"Nunca pensé que sería homenajeado en el Maracaná, estoy muy emocionado. Mis sinceros agradecimientos al público. Viva Brasil", dijo Ghiggia en el mismo lugar en el que calló a 205.000 espectadores brasileños que abarrotaban el coliseo de Río de Janeiro, entonces el mayor estadio del mundo.
La hazaña, probablemente el resultado más inesperado en la historia del fútbol, fue bautizado como "Maracanazo" y actualmente todavía es un doloroso recuerdo que escuece en la memoria de los aficionados brasileños que no han encontrado la redención en los cinco títulos mundiales que ya ocupan sus vitrinas.
A sus 83 años, Ghiggia fue el centésimo jugador y el sexto extranjero en grabar sus huellas en el cemento de la "calzada de la fama" del Maracaná, tras el alemán Franz Beckenbauer, el portugués Eusebio, el chileno Elías Figueroa, el paraguayo Julio César Romero "Romerito" y el serbio Dejan Pétkovic.
Entre las decenas de brasileños que han dejado su marca en el Maracaná se encuentran leyendas como Pelé, Zico, Garrincha -de forma póstuma-, Rivelino, Didi, Ronaldo, Roberto Dinamite, Telê Santana o Djalma Santos.
La única mujer que ocupa un lugar en el memorial es la brasileña Marta, elegida mejor jugadora del mundo por la FIFA en los últimos cuatro años.
Además de su hito en la final del 50, Ghiggia fue reconocido por su etapa en el Peñarol de Montevideo, con el que ganó tres ligas uruguayas, y en el Milán italiano.
Cuando jugaba en Italia, el delantero adquirió la nacionalidad de ese país y defendió la selección "azzurra" en las eliminatorias del Mundial de 1958.