Pedrinho, en el primer tiempo, y Valber en los momentos finales del partido, dieron la victoria a los brasileños, dirigidos por Carlos Alberto, mientras que China, con el serbio Bora Milutinovic en el banquillo (muy querido en el país asiático por haber llevado al equipo a su única participación en un Mundial) logró el gol de la honra con una jugada en solitario de Gao Feng.
El encuentro, jugado en ocasiones casi a cámara lenta por el fuerte calor y humedad reinantes, ofreció más espectáculo por parte de los chinos, que soñaron en algunos momentos con ganar a las estrellas que admiraron en los 80 y 90, pero finalmente se impuso la lógica.