Superan las expectativas y justifican los elogios, Teo Gutiérrez y Yimmy Chará con su llegada a Junior. Son ellos un exquisito mensaje para el hincha, por lo prometedor del proyecto, sus antecedentes y la inversión que rompe moldes y fronteras.
Polémicas son la incorporación de Juan Manuel Lillo a Nacional y Francisco Maturana al Once Caldas. Por sus llegadas suenan los teléfonos, se agitan las redes y se calientan los micrófonos. Diríase que son las estrellas más controvertidas de la pausa de vacaciones, dejando en claro que por historia no pueden situarse ambos en el mismo plano. No sobra decir que Maturana es más en su currículo.
Pacho y Lillo no producen indiferencia por la forma de hablar, planear y ejecutar sus proyectos. Se conoce que son precursores del buen juego, respetan el talento y la pelota como argumentos principales. Su propósito es seducir. No admiten el anti fútbol ni arropan pataduras, y cuando logran ensamblar sus equipos pasan la prueba ante retinas exigentes.
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Cada uno, con diferencia, además, impone su sello porque saben darle carácter a sus clubes. Muy bien hablan de ellos los jugadores que, en ocasiones, dirigieron.
En el caso Lillo no puede rendirse Nacional a la presión de los hinchas, que no le dan el beneplácito a su presencia. Un club serio y ganador no puede sucumbir a las exigencias nacidas en prejuicios que tantas veces se cargan de sinrazones.
Absurdo es que se señale a Pacho como desactualizado. No podría serlo si detenta el grado de instructor FIFA y trabaja en Conmebol en la proyección de un mejor espectáculo.
Bienvenidos los dos. Personajes experimentados y polémicos que le hacen bien al fútbol.
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