Paraguay ya no vive del tradicional juego aéreo, pues de los 17 tantos marcados en la Eliminatoria apenas tres han llegado por esa vía. Ahora, su virtud es dispararles a quemarropa a los porteros.
El fútbol paraguayo es una prueba de evolución. Años atrás, por el mundo viajaba la imagen de un estilo aguerrido, cauto –si se quiere en exceso- y dependiente del juego aéreo, tanto en ataque como en defensa. Con esa marca, Paraguay clasificó a ocho mundiales, siendo el de Suráfrica 2010 su última participación.
Así ha marcado 12 de los 17 tantos que lleva en este camino a Rusia. Apenas tres de cabeza, escasamente uno de media distancia y un autogol del rival (cabezazo del chileno Arturo Vidal). Números que hablan de un cambio de estilo o –también- de la falta de identidad.
Basta con repasar los goles (ver gráfico) para darse cuenta que Paraguay es uno defendiendo y otro atacando. Cuando se decide a pisar el terreno rival lo hace por sorpresa, y pese a que ya no cuenta con su goleador (4) Darío Lezcano –renunció a la selección- tiene en nombres como los de Óscar Romero, Derlis González o Ángel Romero a futbolistas acostumbrado a rematar todo lo que caiga en el área.
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En resumen, el fútbol a la paraguaya de hoy ya no es enviar centros para el rebusque del delantero. Llegan al corazón del área, y cuando lo logran todo lo que cae allí es medio gol. Y los centrales de Colombia ya lo saben. Saberlo y contrarrestarlo será un paso adelante hacia el triunfo de este jueves en Barranquilla, y hacia el Mundial, en Rusia.
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