La vida de Ødegaard, que cumplió 16 años en diciembre, ha sufrido un vuelco difícil de imaginar hace nueve meses, cuando debutó con el Strømsgodset en la Tippeliga, máxima categoría del fútbol noruego.
"Nadie sabía quién era salvo los técnicos del Strømsgodset, del Mjøndalen o de Drammen (su ciudad). Era un buen jugador de 15 años, nadie hablaba de fútbol a mayor nivel", contaba a TV2 el exjugador del Rosenborg y ahora comentarista "Mini" Jakobsen.
Pero todo cambió el 13 de abril del año pasado al salir al campo en el minuto 72 frente al Aalesund.
A las tres semanas firmó un contrato profesional, a mediados de mayo se convirtió en el goleador más joven en la historia de la liga y a finales de agosto, cuando sólo había jugado con la sub-17, debutó con la selección absoluta en un amistoso frente a Emiratos Árabes Unidos (0-0), un partido en el que fue el mejor del equipo.
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Cuando en octubre entró desde el banquillo contra Bulgaria, convirtiéndose en el más joven en jugar un partido de clasificación de una Eurocopa, el estadio de Ullevaal se levantó para aclamar a la gran esperanza del fútbol noruego, algo lógico pese a su juventud.
Tras la época dorada en la década de 1990, que culminó con el triunfo frente a Brasil en Francia 98, Noruega bajó al abismo del fútbol europeo y hace 14 años que no juega una fase final.
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Varias revistas internacionales lo elegían como uno de los mayores talentos mundiales, mientras el interés de los grandes clubes se disparaba y el joven visitaba las instalaciones del Barcelona, Bayern de Múnich, Real Madrid o Liverpool, equipo del que es hincha.
Los elogios no paraban de fluir: si el seleccionador Peter Matias Høgmo decía no haber visto otro jugador igual a su edad, el técnico del Copenhague, el noruego Stale Solbakken, lo calificaba de mayor talento en Escandinavia desde el danés Michael Laudrup.
"Probablemente sea el que más partidos de categorías inferiores a nivel de selección haya visto en Noruega, y no recuerdo a nadie tan desarrollado a los 15 años, quizás con la excepción de Cristiano Ronaldo", decía hace unos meses el exseleccionador Nils Johan Semb.
Pero ni el vértigo por el salto ni los elogios ni la atención mediática parecen afectarle, y en sus comparecencias públicas ha exhibido una madurez impropia de un adolescente.
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"Me concentro en desarrollarme y ser un mejor jugador de fútbol. No gasto energía en todo lo otro", reflexionaba cuando los rumores sobre su futuro llenaban páginas en los medios escritos noruegos.
Después de hacerle dos goles al Lillestrøm se mostró "contento", pero admitió enseguida que había jugado partidos mejores, la misma sinceridad que exhibió al reconocer sus errores cuando su equipo cayó frente al Rosenborg: "fue un poco duro, pero así ocurre y es algo con lo que tienes que contar, uno también aprende de esto".
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Cuando hace poco recibió el premio a la "sensación del año" del deporte noruego, ocupó casi todo su discurso en agradecer a familia, amigos y al club que lo ayudaran a tener "los pies sobre la tierra".
Esa capacidad de reflexión es la misma que exhibe el joven zurdo, que tanto puede jugar de mediapunta como tirado a una banda, en el campo o cuando tiene que definirse a sí mismo.
"Soy un jugador al que le gusta tener la pelota y usarla, jugar un fútbol ofensivo y dominar los partidos", ha dicho Ødegaard.
Admite no obstante que tiene que mejorar en defensa y apunta a Messi como el ejemplo a seguir, aunque rechaza compararse con ninguna de las grandes estrellas del momento.
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"Si te dejas ir ahora, no llegarás lejos dentro de diez años. Será entonces cuando deba estar a mi máximo nivel, no ahora. Sé que es así", admitió hace poco.
A pesar de que su experiencia se reduce a una temporada en una liga alejada de las más fuertes de Europa, sus buenos números (5 goles y 7 asistencias en 23 partidos, quince de ellos como titular), su juventud, su capacidad para comprender el juego y su elegancia y habilidad permiten elevar al máximo las expectativas.
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