Un humo rojo se tomó la tribuna sur del Metropolitano. Junior era local, sus hinchas estaban de fiesta y, apenas comenzando el partido, querían que Chicó lo sintiera. Lo que nadie vio venir, ni los aficionados rojiblancos, ni la defensa tiburona, ni el arquero Sebastián Viera fue que a los dos minutos de juego una falta aparentemente inocente iba a terminar un minuto después en un gol de la visita.
Fue un centro cerrado, peligroso, traicionero, y Johnny Javier Mostacilla se le adelantó a todos para apenas desviar la pelota y dejar el Roberto Meléndez en una escena de tragedia fílmica: en silencio y con un humo rojo que no se acababa de disipar.
Aunque el partido de ida en Tunja fue suspendido y al equipo boyacense le quitaron los puntos por falta de garantías antes de empezar el segundo tiempo (con juez de línea herido a bordo), en una polémica decisión al tiburón no le dieron tres unidades y un 0-3, sólo un punto y un 0-0, con lo que esa tempranera derrota dejaba por fuera al equipo que clasificó como mejor del semestre a estos cuartos de final.
Junior, herido en su amor y sabiendo que la derrota lo eliminaba, buscó de inmediato el empate que le diera el paso a semifinales pero la estrategia de Chicó ya había cumplido con el 50% del plan: pegar de entrada y luego hacer lo que mejor saben hacer los de Alberto Gamero; defenderse.
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Y lo hizo. Junior no pudo pasar del medio campo, se estrelló con una línea de seis hombres bien parados, dispuestos y ordenados (para aplaudir lo del joven Jeison Gordillo) que aguantaron atrás y en el medio para que Jhony Ramírez manejara el medio campo y pusiera a correr en la punta a esos dos demonios que son José Correa y Charles Monsalvo, y al minuto 11, para rematar, Viera salió aparatosamente a cerrar uno de los contragolpes ajedrezados y dejó el arco libre para que Correa pusiera el 0-2.
Era increíble. Chicó, que no quiso pelear en los tribunales la decisión de la Dimayor en la ida, demostraba en el campo que sus argumentos estaban en el fútbol y eliminaba a uno de los llamados al título. Pero no era raro. Junior es sin lugar a dudas el mejor visitante del campeonato, pero en el Metropolitano ha sufrido de más y de allí se llevaron puntos Cartagena, Nacional, Santa Fe, Itagüí y Cúcuta.
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Y Chicó lo hacía ver mal. Muy mal. Tanto así que las únicas posibilidades eran de media distancia (la más peligrosa de Juan David Valencia), porque la defensa visitante lo tenía controlado.
Pero llegó el segundo tiempo y fue otra cosa. En el entretiempo el arquero Viera y el ‘mohicano' Ramírez fueron expulsados, y con un hombre menos cada bando debió reconstruirse. En Junior el sacrificado fue el ‘Ringo' Amaya para que ingresara el arquero Carlos Rodríguez (dejando un claro mensaje de que iba a insistir en la ofensiva), y en Chicó entró Diego Chicá por Correa.
Así las cosas Junior se fue encima y al minuto 7 llegó la polémica. Como suele decir Javier Hernández Bonnet en la sección de deportes de los lunes en Noticias Caracol: ¿fue o no fue? Para el árbitro Sebastián Restrepo "fue" y sancionó penal en contra de Chicó que al minuto 8 convirtió muy bien Carlos Bacca a pesar de la gran estirada de Cristian Bonilla.
El gol fue un golpe anímico para los dos. Chicó se quedó en la protesta y no supo reponerse, y a Junior se le infló el pecho. Por eso llegó el 2-2 al minuto 21. Fue un golazo. Bacca pivoteó una pelota que Vladimir Hernández remató sin dejarla caer, y el globo se metió al ángulo, donde Bonilla no podía llegar.
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Con el empate llegó el drama. Chicó, cuya especialidad no es precisamente anotar (19 goles en 19 partidos hasta antes de este juego), tenía que anotarle un gol para eliminar a un Junior que en Barranquilla es irregular y que, además, tenía al arquero suplente. Para meterle más condimentos al asunto, al 27 Bonilla salió lesionado y la visita también debió afrontar el remate del juego con su portero sustituto.
Y hubo angustia, especialmente porque con los ingresos de Víctor Cortés en el dueño de casa y de Luis Sepúlveda en los boyacenses, la apuesta por la velocidad, el desborde y el contragolpe fue clara en los dos equipos. Al 40 Rodríguez dejó un rebote que casi cobra Chicó, que fue el dueño de los últimos 12 minutos de juego, ya que el central dio siete (¡siete!) minutos de reposición.
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Pero no, no le alcanzó a la visita. Lo sucedido en Tunja le pasó factura y, a pesar de volver a hacer sufrir al Junior (le había ganado 3-0 en la fase regular del torneo), se fue eliminado mientras Junior sigue soñando con la final y con una nueva estrella.
Eso sí, para lograrla va a tener que mejorar mucho en casa...