Durante su rueda de prensa diaria, Jorge Capitanich afirmó que los equipos son responsables "por la facilitación del acceso, por los sistemas de control y circulación interna, por la verificación de la identidad de las personas" en cada estadio.
"Se trata de un hecho delictivo" y como tal "debe ser juzgado y condenado", subrayó Capitanich, tras ser preguntado sobre el grave enfrentamiento protagonizado ayer por dos facciones de la hinchada de River Plate en la cafetería del estadio, en el que más de un centenar de barrabravas se pelearon con palos y armas blancas y que se saldó con dos heridos y destrozos materiales.
El enfrentamiento en el Monumental se sumó a la serie de hechos violentos ocurridos entre distintas hinchadas futbolísticas desde comienzos de este mes, que ya acumulan un balance de cuatro muertos y más de medio centenar de heridos.
La directiva del club millonario admitió que pudieron darse errores ya que accedieron al estadio socios cuyos carnés están pendientes de suspensión.
"Yo no tengo ningún problema en echarlos, pero están en la calle, en todos lados; lo que necesitamos es que alguna vez vayan presos", dijo el presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, en declaraciones a radio Mitre.
Aunque D'Onofrio afirmó que se identificará y se expulsará definitivamente a estos violentos, también advirtió que no transformarán "al club en policía y justicia".
Para el Gobierno, son los clubes, "a través de mecanismos de investigación, los que deben propiciar la denuncia para condenar hechos de forma explícita; si hay un entramado de negocios debe ser investigado y resuelto".
"Se supone que a una institución deportiva nadie puede ingresar si no es socio; si es socio tiene que ser identificado, la autoridad competente del club tiene que retirar el carné, establecer la denuncia y propiciar un juicio que debe tener una condena", agregó Capitanich, para quien los incidentes de ayer son "deleznables y repudiables".
Sin público visitante en los estadios de todas las categorías desde hace más de un año, los actos de violencia, mal endémico del fútbol argentino, se han trasladado a las calles.
El derecho de admisión, que abarca la sanción de no poder concurrir a los estadios si se infringe la ley, no se cumple completamente y no evita la presencia de los barrasbravas en las tribunas.
Asimismo, la lucha de poder interna en las hinchadas de cada club potencia el ambiente de violencia.
Los vínculos con el poder político y la incapacidad de los dirigentes del fútbol argentino para hacer frente a los violentos generan un clima de incertidumbre sobre la forma de detener esta "verdadera locura", como lo definió el secretario argentino de Seguridad, Sergio Berni.