Ya no habrá más resurrecciones de Kaká en el Real Madrid. Es la palabra que siempre ha acompañado a sus contados encuentros brillantes, casi todos ante rivales de menor entidad. Al final, tras varios intentos frustrados del club de buscarle una salida, el brasileño mostró orgullo tras ver que no tiene hueco con la llegada de Isco Alarcón, el crecimiento de Luka Modric, la presencia de Mesut Özil y el aterrizaje de Gareth Bale, y pidió una salida.
Su deseo de jugar el Mundial en su país el próximo verano le empuja al fin a tomar una decisión que tardó mucho en llegar, abandonar un Real Madrid donde nunca fue feliz y regresar de donde llegó, el Milan. Sin coste inicial por la operación -será en función de objetivos y un futuro traspaso- y dejando un gasto de 125 millones de euros.
Florentino Pérez tuvo la capacidad de cumplir un anhelo madridista en junio de 2009. El objetivo que nunca pudo fichar Ramón Calderón, fue el primer fichaje estelar de la segunda era de Florentino. El Real Madrid pagó al Milan 65 millones de euros por Kaká, que ha tenido una ficha anual neta de once millones.
El dispendio económico tuvo que ser justificado por el presidente madridista en una Asamblea general ante sus socios por el bajo rendimiento deportivo de Kaká. Lejos de ser una pérdida, Florentino aseguró que el Real Madrid ha salido ganando durante los años de estancia del brasileño al que se le ha ido apagando su estrella.
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"Kaká nos ha hecho ganar mucho dinero en el club. Vino hace tres años como una inversión que nos iba a dar muchos ingresos. Íbamos a cambiar muchos contratos gracias a su imagen. Es un activo que ya está amortizado. Desde el punto de vista económico nos ha salido bastante bien", aseguró el máximo mandatario madridista.
En lo deportivo, el segundo fichaje más caro de la historia del Real Madrid, hasta la llegada ahora de Bale y tras el portugués Cristiano Ronaldo, por el que se pagaron 94 millones de euros al Manchester United, dejará una huella que se borrará con rapidez en el madridismo.
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En sus cuatro campañas vestido de blanco, Kaká participó en 113 partidos entre Liga (79), Copa del Rey (9), Liga de Campeones (24) y Supercopa de España (1). Cada presencia del brasileño le costó un millón de euros al Real Madrid. En ellos firmó 28 goles y tuvieron más trascendencia las lesiones, principalmente sus problemas en la rodilla izquierda que acabaron por afectarle en lo psicológico.
"He llorado muchas veces. No entendía. Siempre busqué el parámetro de atleta del pasado, con buena alimentación, que se van a dormir pronto... ese perfil. No me salían las cosas físicamente y eso me dejaba muy mal. Era un robot. Llegué a jugar partidos y después entrenaba en casa en solitario. Corría para ver si físicamente volvía a tener una conexión", llegó a confesar Kaká.
Su calvario en el Real Madrid comenzó con los problemas de pubis de la primera temporada que no le dejaron rendir al nivel esperado y levantaron sospechas sobre su máxima prioridad, estar en el Mundial de 2010. Continuaron con las rodillas y lesiones musculares. "El presidente me preguntó que cuál era mi problema en el Real Madrid. Contesté que era yo. Físicamente, lo que sentía era como un robot en el campo. Muy duro todo, los gestos. Lo que era dinámico, normal, empezó a ser todo mecánico, un jugador previsible. Todo me dejaba muy mal", admitió el brasileño.
Los intentos del Real Madrid de vender a Kaká nunca tuvieron éxito y José Mourinho se plantó el reto de recuperar la mejor versión del brasileño. Fue en vano. Ni con la continuidad deseada en una etapa en la que llegó a estar por delante del alemán Mesut Özil, recuperó su fútbol desequilibrante. Sólo quedaban destellos. Algún gol de bella factura y un juego que nunca tuvo continuidad.
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Con su vuelta a casa, al club que dimensionó su imagen y donde se convirtió en el mejor jugador del mundo, Kaká buscará lo que ya en Madrid era imposible encontrar y el camino a su último Mundial con la selección brasileña. En Madrid nadie le echará de menos.