"El próximo año, Rayo-Liverpool" se cantaba anoche en la grada del Estadio de Vallecas, tras vencer al Atlético de Madrid, y no parece sencillo. Pero no por lo que pueda hacer el modesto conjunto madrileño, sino porque los ‘reds' de Brendan Rodgers no remontan el vuelo y ya ocupan la novena plaza de la Premier League.
En Anfield, todo estaba preparado para la conmemoración. El brasileño Lucas Leiva, el sobrino del histórico Leivinha, festejaba su partido 200 con el Liverpool, y se quería homenajear al capitán Jamie Carragher, que esta semana anunció que se retirará al final de la temporada.
Como, además, el visitante era un conjunto que había encadenado cinco derrotas y un empate en las últimas seis jornadas, no parecía que pudiese peligrar el triunfo.
Pero todo le salió mal al Liverpool, que primero se estrelló contra Ben Foster y acabó derrotado en el tramo final, cuando el equipo de Birmingham se atrevió a abandonar su campo.
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Foster fue un muro infranqueable hasta para Steven Gerrard. El internacional falló, en el 76, un dudoso penalti señalado por un leve empujón de Olson al uruguayo Luis Suárez. Su disparo cercano al poste pero sin potencia, fue rechazado por el meta visitante.
Cuatro minutos después, la primera intervención de Pepe Reina, un gran despeje a un disparo de Youssuf Mulumbu, dio paso a un saque de esquina que, mal defendido por la defensa del Liverpool, permitió al central Gareth McAulaey adelantar a los ‘Baggies', con un poderoso remate de cabeza.
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Con el Liverpool angustiado, ni el debut del brasileño Coutinho fue un alivio para un conjunto sin juego, que aceptó un nuevo castigo en una arrancada del belga Romelu Lukaku, quien sentenció el triunfo visitante en el 90.