La alegría, el color y los bailes de los espectadores que asistieron al inicio de la Confederaciones contrastaron con lo puesto en juego por las dos selecciones.
Medían fuerzas dos trotamundos como el brasileño Joel Santana y el serbio Bora Milutinovic, al mando de Suráfrica e Irak, países subdesarrollados futbolísticamente, donde la dificultad para instalar orden en el juego y estrategia es máxima.
En el estadio que acogerá la final del torneo, con el césped en precario estado, los nervios del debut provocaron un arranque tímido de los 'Bafana Bafana'. La defensiva Irak sacó a relucir las carencias de los surafricanos, que atacaron sin control ni precisión.
La dureza en el juego, con entrada de roja directa de Fanteni, perdonada por el uruguayo Jorge Larrionda a los dos minutos de juego, y el abucheo de su propia afición hacia Booth, el único jugador blanco sudafricano del equipo titular, marcaron una primera mitad para el olvido en la que la mejor acción la firmó Sibaya.
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A los catorce minutos, entre el descontrol del encuentro y el balón sin dueño, enganchó un disparo cruzado con rumbo a la escuadra que sacó Mohammed Kassid con la parada del partido. Parker lo intentó en dos ocasiones más, pero no encontró puerta, mientras que el único disparo entre los tres palos de Irak en todo el partido lo realizó Karrar Jassim, blando a las manos de Khune.
La segunda parte despertó a Suráfrica. Salió con más agresividad por el triunfo ante una Irak sin hambre de éxito, encerrada con cinco defensas, que se contentó con el empate y se limitó a despejar cada balón que cayó en zona defensiva.
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Sin nada de espectáculo pero más ritmo, Suráfrica comenzó a encadenar ocasiones. Acusó su falta de puntería con Parker como protagonista y Fanteni en dos acciones, la de más peligro con un testarazo tras saque de esquina que rozó el larguero en el minuto 72.
La entrada en escena del veloz Mashego y los últimos minutos jugados por la estrella surafricana, Pienaar, que llegaba a la cita 'tocado', aumentaron los argumentos de victoria local. No llegó por pura mala suerte. Un cabezazo de Dikgacoi superó al portero, pero lo sacó sin querer sobre la línea Parker cuando entraba a gol.
La afición se llevaba las manos a la cabeza tras ver como su delantero, que había fallado un mano a mano poco antes, evitaba el gol que habría significado un justo triunfo local.
La mentalidad de Irak la demostró en la última acción, en el minuto 92, cuando de una peligrosa falta lateral optó por perder tiempo antes de buscar el remate.
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