Hace seis años, el club más popular de Brasil tenía una deuda de 380 millones de dólares y más de 500 procesos laborales.
El doblete conseguido este año por el Flamengo, con la Copa Libertadores y el Brasileirao, culminó un largo proceso de recuperación económica y deportiva estrechamente ligados por una elaborada estrategia empresarial.
En abril de 2013, el club más popular de Brasil tenía una deuda de 750,3 millones de reales (cerca de 380 millones de dólares en la época) y más de 500 procesos laborales que no invitaban a un futuro prometedor para el equipo carioca.
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Seis años y medio después se ha convertido en el club más rico del país, gracias a una gestión de austeridad inicial (2013-2015) y a haberle sacado provecho a todo el lustre de la marca Flamengo para montar un equipo campeón.
Sus hazañas deportivas este año pusieron fin a una sequía de títulos: en esta década, el Flamengo solo había ganado una Copa de Brasil en 2013. Su último Brasileirao databa de 2009 y la única vez que había levantado el trofeo continental remontaba a 1981.
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Operación rescate
La historia empezó a cambiar en diciembre de 2012 cuando el administrador Eduardo Bandeira de Mello, apoyado por un grupo de ejecutivos, ganó las elecciones a la presidencia del Club de Regatas Flamengo, una institución fundada en 1895.
Una auditoría reveló rápidamente el estado real de sus finanzas: Flamengo debía 750,3 millones de reales, el triple de lo que suponía.
Para reducir el fardo, se decidió aprovechar la gran masa social del club, de cerca de 40 millones de aficionados.
El programa "Nación Rojinegra" permitió elevar la recaudación con los socios de 25 millones de reales en 2012 a 83 millones en 2014.
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Su deuda bruta en 2018 era de unos 450 millones de reales, en su mayor parte en concepto de impuestos atrasados, que está reembolsando en el marco de un programa de parcelamiento.
"El Flamengo todavía tiene un montante significativo de deudas, pero tuvo disciplina para racionalizarlas con un perfil más prolongado, aprovechando el salto de los ingresos por televisión, con los socios, el suministro de material deportivo, el patrocinio", explicó a la AFP el abogado Pedro Trengrouse, profesor de Derecho Deportivo en la Fundación Getulio Vargas (FGV).
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La austeridad inicial le permitió a partir de 2016 abrir ligeramente los cofres, empezando a montar la base del actual equipo campeón.
Una cantera rentable
Parte de la reestructuración significó apostar por la cantera, que desde 2015 rindió 116,5 millones de euros en ventas de jugadores formados en el club, como Vinicius Junior (al Real Madrid, por 45 millones de euros), Lucas Paquetá (Milán, 35 millones de euros), Léo Duarte (Milán, 11 millones) o Jorge (Mónaco, 8,5 millones).
Esa apuesta se mantiene pese a la tragedia ocurrida en febrero de este año en Ninho de Urubu, su centro deportivo, cuando un incendio mató a diez jóvenes de la base del Flamengo y expuso la precariedad de las instalaciones en las que vivían.
Todavía hoy, el club no llegó a un acuerdo con las familias de las víctimas para el pago de indemnizaciones.
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El dinero en caja permitió luego realizar fichajes de renombre, principalmente este año, con una inversión de casi 200 millones de reales (cerca de 50 millones de dólares), una cifra muy elevada para el mercado local.
El uruguayo Giorgian De Arrascaeta, por quien Flamengo pagó 68 millones de reales al Cruzeiro, se convirtió en el fichaje más caro del fútbol brasileño.
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Le siguieron Gabigol, Bruno Henrique, Gerson, Rafinha, Rodrigo Caio o Filipe Luis, elevando considerablemente el nivel de la plantilla.
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Y vino la contratación del técnico portugués Jorge Jesús, inicialmente muy cuestionada en un país muy orgulloso de su fútbol nacional.
La incógnita reside ahora en saber cómo el Flamengo responderá al asedio que sufren la mayoría de sus figuras desde otros continentes: renovando contratos, con el desequilibrio económico que supone, o aceptando las ofertas, con lo que podría recaudar más dinero e invertirlo nuevamente.
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"El precio de la libertad es la eterna vigilancia. A medida que el volumen de recursos aumenta, crece el tamaño de los compromisos y un paso en falso puede tener graves consecuencias. Cualquier cuidado es poco", alerta Trengrouse.
Con los ingresos de la Libertadores y el Brasileirao, Flamengo podría convertirse en el primer equipo brasileño en recaudar en una temporada 1.000 millones de reales (unos 240 millones de dólares al cambio actual).
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En cualquier caso, se ha convertido en un modelo para el resto de clubes brasileños y principalmente para sus tres rivales cariocas -Fluminense, Vasco da Gama y Botafogo-, inmersos en graves crisis económicas.
"El tamaño de la afición del Flamengo ayuda, pero todos los otros clubes tienen potencial para recuperarse. El fútbol brasileño tiene fundamentos para ser un gran negocio", apuntó Trengrouse.
"El potencial de crecimiento es enorme. Basta decir que entre los 10 mayores campeonatos nacionales del mundo, el de Brasil es el único en el que los clubes no organizaron todavía la liga", finalizó.
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