Joseph Blatter desconfía de castigar el racismo con la pérdida de partidos

"¿Podemos pararlo restando puntos o descendiendo a los equipos, o esto hará que vayan personas a los estadios con la voluntad de parar el partido intencionadamente? ¿Dónde está el final? En el fútbol hay demasiada pasión", afirmó Blatter en Zúrich.

El presidente de la FIFA, que hace unos meses se mostró partidario de endurecer los castigos para los clubes cuyos seguidores cometan actos de racismo con medidas de este tipo, señaló que el Congreso de FIFA el mes que viene en Isla Mauricio estudiará este problema a petición del sindicato mundial de jugadores, FIFPro.

"Tenemos que hacer algo, pero el peligro de decir que los partidos se van a repetir o que se van a restar puntos puede abrir la puerta a que grupos de 'hooligans' provoquen estos problemas. Por esto el control en los estadios va a ser esencial", indicó.

El presidente, que se mostró partidario de adoptar medidas disciplinarias estándar en todas las asociaciones y ligas del mundo, criticó especialmente y calificó de "vergüenza" lo que ha ocurrido en Italia con el jugador Simone Farina, que no ha sido contratado por ningún club después de denunciar un intento de amaño de partidos.

"Los clubes italianos han rechazado contratarle. Él denunció a oficiales del fútbol y no quieren ficharle nunca más... Qué vergüenza", afirmó Blatter, que también indicó que en el próximo Congreso de FIFA se abordará la continuidad de Joao Havelange como presidente honorario.

Según dijo, ninguno de los 209 miembros de la FIFA ha planteado privar de esa condición a Havelange, presidente de FIFA de 1974 a 1998, tiempo en el que percibió sobornos millonarios de la empresa que comercializó los derechos audiovisuales de las competiciones sus, según una investigación de la Fiscalía del cantón suizo de Zug.

Blatter habló también de asuntos ajenos al fútbol y criticó la actuación de la Unión Europea y las políticas de austeridad ante la crisis económica de Chipre, Grecia y España, así como el comportamiento de su país, Suiza.

"¿Es admisible discutir sobre la calidad de una salsa cuando hay mucha gente en este mundo que no tiene nada que comer o beber?", se preguntó.