Los treinta goles a favor del Real Madrid en Liga, con una media de 3,75 por partido, desafían el momento defensivo del Barcelona, al que no afectan las rotaciones de Luis Enrique, y el dulce momento de Bravo, que con su portería sellada ha despejado cualquier duda que pudiese existir en el legado de Víctor Valdés.
El Real Madrid llega en racha al clásico, tras ocho triunfos consecutivos, y con su referente ofensivo, Cristiano Ronaldo superándose a sí mismo. Acaba de establecer un nuevo registro en la historia de la Liga con el mejor arranque goleador que nunca firmó un futbolista. Quince goles en ocho jornadas del campeonato, y eso que disputó siete al no poder jugar en Anoeta y acusarlo su equipo encajando una de las derrotas más duras, siendo remontado después de ir ganando 0-2.
Un registro de otra época, del fútbol en blanco y negro que poco tiene que ver con el físico que se impone en el actual. Ampliado a todas las competiciones, Cristiano firma 20 goles en apenas trece partidos, 16 de ellos en las ocho últimas citas. Asegura 1,53 tantos por encuentro. Llega lanzado al clásico, uno de esos días en los que su principal objetivo es demostrar al mundo del fútbol quien lo domina en el presente.
Como un Real Madrid en media goleadora de récord que va puliendo sus errores defensivos. El Barcelona es el examen que marcará su realidad tras encadenar tres encuentros Iker Casillas sin encajar un tanto, poniendo freno a la sangría de goles en acciones a balón parado. Los de Carlo Ancelotti son el conjunto más matador de las grandes Ligas con sus 30 dianas, ocho más que el Barça, y comparado con líderes de la Liga inglesa, siete más que el Chelsea de José Mourinho, o alemana, nueve más que el todopoderoso Bayern Múnich de Pep Guardiola.
Los 43 goles de esta campaña en 14 partidos le hacen promediar 3,07 tantos por encuentro al Real Madrid, garantía de éxito, y representan el desafío más grande en lo que va de año para Bravo, que es el tercer portero del Barcelona que encadena más de siete jornadas ligueras sin recibir un tanto -tras Miguel Reina y Víctor Valdés- y el primero que lo hace desde el inicio de la Liga.
Bravo tan solo ha tenido que realizar 14 paradas en los 720 minutos que se han completado de la Liga BBVA. No llega a dos intervenciones por encuentro, lo que habla bien del momento defensivo del Barcelona de Luis Enrique. El nuevo técnico ha apostado por las rotaciones en la zaga y de momento le dan gran resultado.
Comenzó con el argentino Javier Macherano y el francés Jeremy Mathieu. Uno pasó al centro del campo y el segundo se ha convertido en baza también de lateral zurdo. Permitió ir dando poco a poco continuidad a Gerard Piqué y las apariciones de Marc Bartra. Con todos el funcionamiento defensivo en Liga ha sido perfecto. Apenas han recibido disparos a puerta y cuando llegaron hubo un portero decisivo.
Es la figura que erige en el buen funcionamiento porque la herencia en la portería era un tema complejo. Pocos entendieron la decisión de cerrar un ciclo de Víctor Valdés y tras jugadores que marcan una época en una demarcación la transición no suele ser sencilla. Bravo, desde la tranquilidad de un portero con experiencia en España, lo ha conseguido y desde la seguridad que transmite hace olvidar al antiguo ídolo. Su mayor examen asoma en el Bernabéu. El mejor ataque examina a la mejor defensa.