Según informaron fuentes judiciales, Piqué fue condenado por el juzgado de instrucción número 5 de Barcelona a una multa de 10.500 euros por una falta contra el orden público por ofensa a los agentes de la autoridad en una sentencia que era recurrible, pero que el futbolista decidió cumplir.
La sentencia, que se podía impugnar ante la Audiencia de Barcelona, obligaba al futbolista a abonar la multa en un plazo de siete días desde que el fallo fuera firme ya que, de lo contrario, se exponía a un día de privación de libertad por cada dos cuotas impagadas.
En vez de recurrir en el plazo previsto para la sentencia, el futbolista decidió pagar la multa, que la magistrada fijó en 10.500 euros, como solicitaba la acusación particular ejercida por los agentes, en vez de los 900 que proponía la Fiscalía, al tener en cuenta el salario de Gerard Piqué, no inferior a seis millones de euros anuales.
En su sentencia, la titular del juzgado de instrucción número 5 de Barcelona, María Asunción González, recriminó al central azulgrana su "actitud despectiva y de agresividad verbal y gestual" hacia los agentes que se disponían a multar a su hermano la madrugada del 13 de octubre de 2014.
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En el fallo, la juez consideró que Piqué "increpó en tono airado y despectivo" a uno de los dos agentes que lo iba a multar, con expresiones como que le daba "vergüenza" la actuación de la Guardia Urbana, que le sancionaban "por tocar los huevos".
Una vez que el agente redactó la multa, Piqué la cogió y la arrojó a los pies de los agentes urbanos.
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La juez da credibilidad al relato de los dos agentes, que incluyeron en su atestado otros exabruptos que les profirió el futbolista, aunque no quedaron grabados en los vídeos que varios testigos tomaron del incidente con sus teléfonos móviles.