Tras cuatro días con el maillot amarillo y unas declaraciones de su padre en las que aseguraba que, si se lo propone, Mathieu van der Poel puede ganar algún día el Tour de Francia, al ciclista neerlandés le preguntaron si pensaba en ello y respondió que no.
"No pienso en eso. Estoy viviendo una buena semana en amarillo, pero todavía no hemos empezado a escalar y lo que queda por delante no tiene nada que ver con lo que hemos corrido ya", aseguró Mathieu van der Poel, convertido en héroe local, puesto que se trata del nieto de Raymond Poulidor.
El autobús de su equipo, Alpecin-Fenix reúne cada tarde a más curiosos que el del Deceunnick en el que corre el francés Julien Alaphilippe. El público ha elegido heredero de ‘Poupou’ como su favorito pese a que luce nacionalidad neerlandesa. El recuerdo del eterno segundón es demasiado poderoso.
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Mathieu van der Poel, que tras lograr el jersey de líder del Tour de Francia que Poulidor, el hombre con más podios de la historia, nunca llegó a enfundarse, lo mantuvo por apenas 8 segundos tras la contrarreloj de Laval ante el empuje del esloveno Tadej Pogacar.
Humilde, el ciclista sabe que es una prenda prestada y en su hoja de ruta no figura mantenerla mucho más allá del viernes, porque el sábado llega la alta montaña y ahí su imponente figura de rodador sufrirá frente a los embistes de los escaladores.
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"Va a ser difícil mantenerlo, pero todo dependerá de cómo discurra la etapa, de lo que tengan planificado los escaladores", indicó el ciclista de 26 años.
Por ahora, Mathieu van der Poel siente que al esloveno Pogacar, el líder virtual del Tour de Francia aunque no vaya de amarillo, no será la principal amenaza, porque el ganador de la pasada edición sabe que recobrar el maillot es una cuestión de tiempo.
"Por ahora no lo necesita", bromea Mathieu van der Poel, que mientras se pasea por la Francia de su abuelo con el maillot que él nunca vistió tiene tiempo incluso de trabajar para el equipo en etapas como la de este jueves, donde se convirtió en un lanzador de lujo.
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Lástima que las instrucciones no fueron bien dadas y mientras a Mathieu van der Poel le dijeron que el hombre que debía disputar el esprint era el belga Tim Merlier, que ya ganó una etapa, el resto de sus compañeros trabajaban para el también belga Jasper Philipsen, que solo pudo ser segundo por detrás de Mark Cavendish.