El técnico Unai Emery avisó antes del inicio del choque que su equipo estaba preparado para llegar a la prórroga o a los penaltis. Sus declaraciones casi fueron premonitorias y el entrenador del conjunto hispalense no imaginó que una aparición fugaz de Kevin Gameiro iba a evitar que el destino se aliara contra él.
El guardameta portugués Antonio Alberto ‘Beto', clave la temporada pasada para que el Sevilla lograra el título, también fue clave para que casi se despidiera de él. Emery dudó mucho en colocar bajo los palos a Sergio Rico o al luso, pero al final se decantó por el héroe que detuvo dos penaltis al Benfica en la final del año anterior.
La jugada casi le salió mal a Emery. Es la suerte, que a veces se decanta hacia un lado y a veces hacia el otro. Sevilla rozó la cruz de la moneda cuando todo pintaba excelente para un grupo que se adelantó en el marcador con un tanto del colombiano Carlos Bacca. Lo marcó de penalti, al principio del choque, y con el 2-1 de la ida, ese 0-1 abría muchas puertas hacia las semifinales.
Sin embargo, poco después, la lesión de Nico Pareja, que no pinta nada bien tras caerse con todo el peso de su cuerpo sobre su rodilla derecha, fue el punto de inflexión hacia el cambio de tendencia en el encuentro. El Zenit, con el brasileño Hulk en sus filas tras cumplir un partido de sanción, comenzó a carburar y ‘Beto' no respondió.
Justo después del descanso, en el minuto 48, un centro sin peligro de Shátov no fue agarrado de forma inexplicable por el portero del Sevilla y el rechace lo recogió Salomón Rondón para empatar el duelo. Después, en el 72, Hulk intentó una vaselina imposible que se tragó el portero del cuadro andaluz.
Entonces, el Sevilla, acostumbrado a goles heroicos como aquel de Andrés Palop, consiguió otro por medio del francés Kévin Gameiro, que puso el 2-2 en el marcador y acabó con el suplicio del Zenit. El campeón sigue vivo
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