Claramente, no es el mejor presente el de la Selección Argentina. Al mal momento de los últimos partidos por la Eliminatoria para Rusia 2016, hay que agregarle la mochila con la que carga este grupo que data de 2014, cuando comenzó la seguidilla de finales perdidas, desde la del Mundial de Brasil, ante Alemania hasta las dos caídas (por penales, ambas) frente a Chile, en sendas Copas América de 2015 y 2016.
Y si bien llegar a las finales de torneos de este nivel, de élite, es un gran logro, para un plantel tan bañado en oro, con figuras rutilantes y estrellas indiscutidas como este, no haber ganado absolutamente nada, es una pesadísima cruz.
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Brasil superó a la Argentina en todos los aspectos: técnicos, tácticos y físicos. Pero el gran rival que hoy tiene el equipo de Edgardo Bauza, está dentro de su cabeza.
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Este equipo, aún con Messi, no tiene resto para recuperarse cada vez que la golpean. Y no hablamos aquí de una piña de Tyson, sino de un simple cachetazo correctivo.
Las preguntas que rondan son muchas: ¿perdió el hambre este rutilante plantel? ¿No están cómodos con el planteo de Bauza? (Aquí cabe recordar que esta camada de figuras con Messi a la cabeza y secundado por Agüero, Mascherano, Di María, Zabaleta, Higuaín y hasta Tévez, en su momento, entre otros, se han deglutido no menos de cuatro DTs con estilos y predicamentos muy distintos), ¿es hora de un recambio importante? ¿Juegan solo los amigos de Messi?
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Las respuestas a todo esto son pocas o en realidad, inciertas.
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Lo concreto es que se viene Colombia, que será una prueba de fuego para la Argentina. Los ‘cafeteros’, si bien no pudieron doblegar a Chile y no tuvieron el jueves su mejor performance, son un rival durísimo.
Tienen jugadores muy importantes, especialmente en ataque, como Cardona y Rodríguez, a los que se suma el regreso de Falcao, y del medio hacia atrás es sólido, aunque otorga algunas ventajas en la marca y deja espacios que una Argentina enchufada podría aprovechar.
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Además, tiene en el banco a un técnico como José Pékerman, que sabe mucho de fútbol y que conoce a la mayoría de los que vestirán el martes la celeste y blanca.
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Un triunfo a la Argentina le sacaría un gran peso de encima, que es meterse otra vez en zona de Mundial de Rusia. Aunque una derrota podría ser letal, ya que tomaría forma concreta la chance de quedarse sin Mundial.
Pero para llegar a cualquiera de estos desenlaces, tendrá previamente 90 minutos dificilísimos ante uno de los rivales que en los últimos años, sobre todo después de aquel (para nosotros, tristemente) inolvidable 5 a 0 del 93, se ha convertido en uno de los más complicados de enfrentar. Y el actual contexto no ayuda.
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Quizás los aires de San Juan ayuden y el aliento de un público que normalmente no puede ver en directo a todas estas figuras, empuje. Pero lo primero que debe pasar es que Argentina juegue a la altura de lo que sus jugadores pueden dar y no como un equipo de barrio cansado luego de un asado entre amigos, sin mística, ni compromiso.
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