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En Argentina se habla poco de fútbol y mucho de violencia

Tres hechos lamentables empañaron esta semana la fiesta del balompié, uno protagonizado por "barrabravas" (hinchas violentos) y otros dos por los propios jugadores.

Se disputaban el lunes pasado 70 minutos del partido entre el All Boys y el Newell's Old Boys cuando el defensa del equipo local Carlos Soto pisó la cara a su colega Cristian Díaz cuando éste se encontraba en el piso, indefenso.

El árbitro Diego Ceballos no solo no expulsó al jugador del All Boys sino que tampoco cobró la falta sobre Díaz, a quien le tuvieron que aplicar diez puntos de sutura entre la mejilla derecha y el mentón.

"Fue una jugada muy rápida. Creo que me podía haber evitado, pero me pasó por encima. Imagino que después se dio cuenta de lo que hizo y se habrá sentido mal. Me pidió disculpas, pero ya estaba hecho", contó Díaz.

La réplica de Soto llegó vía Twitter: "Jamás voy a hacerlo con la intención de lastimar. Se nota claramente que quieren ensuciar a los jugadores del All Boys", afirmó.

El Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) citó a Soto a comparecer la semana próxima y ya hay voces que reclaman una sanción "de oficio", aunque la entidad rectora del balompié local no es proclive a tomar este tipo de resoluciones.

Entre los citados a declarar estará además el volante ítalo-argentino Mauro Camoranesi, del Lanús, quien este miércoles pegó una patada en el cuello al centrocampista del Racing Club Patricio Toranzo, que también había quedado en el piso tras un cruce físico y verbal en el minuto 30.

El árbitro Germán Delfino mostró la cartulina roja a ambos futbolistas, pero la historia no terminó allí, ya que el excampeón mundial con la selección italiana salió del campo haciendo gestos obscenos contra el entrenador del Racing, Diego Simeone.

"Es un cobarde", consideró Toranzo sobre Camoranesi, quien no es la primera vez que sufre desbordes emocionales que lo llevan a la violencia.

Al menos públicamente nada dijo sobre estos dos incidentes el sindicato de futbolistas, que sí elevó la voz este miércoles, cuando Jonathan Bottinelli, defensa del San Lorenzo, fue atacado a golpes por tres ultras que irrumpieron en un entrenamiento supuestamente a puerta cerrada para recriminar la floja campaña del equipo.

A petición del gremio, el Comité de Seguridad logró que la AFA suspendiera el partido que este domingo debían disputar el San Lorenzo y el All Boys, y el club azulgrana se comprometió a investigar lo sucedido y a presentar una denuncia penal.

El presidente del San Lorenzo, Carlos Abdo, subrayó que han sido despedidos los responsables de custodiar las instalaciones del club y dijo que ha dado "una licencia para recuperarse emocionalmente" a Bottinelli, la principal figura del equipo y que, según sus íntimos, no quiere volver a jugar en el equipo en el que milita desde los once años.

Para colmo de males, la prensa deportiva se hace eco hoy de una supuesta pelea a golpes de puño, minutos después de ser agredido por los hinchas, entre Bottinelli y el portero Pablo Migliore, a quien el defensa habría recriminado por su "buena relación" con la "barrabrava".

En declaraciones que publica el diario deportivo Olé, Jorge Aldrey, vicepresidente del club santo, admitió que conoce a los vándalos que agredieron a Bottinelli, aunque señaló que los dirigentes no son "Quijotes para cambiar esta realidad".

El sindicato de futbolistas ha reclamado que se investigue si los violentos que atacaron al defensa y amenazaron a otros jugadores del San Lorenzo son socios del club o son amparados por los dirigentes.

En los últimos años se han repetido las amenazas y agresiones de "barrabravas", habituales fuerzas de choque de los partidos políticos, a jugadores de equipos de todas las divisiones del fútbol de Argentina, donde se han registrado más de 220 muertos en hechos de violencia en los estadios.

"¿Hasta cuándo?", se preguntan los hinchas que no viven del fútbol, como los violentos, pero sí de la pasión que despierta.

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