VEA ACÁ EL PRIMER EPISODIO: CHILE 62
Hace tres décadas Colombia era la cenicienta del fútbol suramericano. La Selección perdía siempre frente a Argentina y Brasil, tenía una que otra victoria histórica sobre Uruguay (la más importante en Montevideo y con gol de Willington Ortiz en desarrollo de las eliminatorias al Mundial de 1974), y Perú y Paraguay solían amargarnos el camino. Pero en 1975 se volvía a jugar la Copa América después de un receso de varios años, y Colombia tenía aspiraciones de figurar.
Mientras en silencio Colombia se convertía en el mayor exportador de marihuana, alentada sin querer por las medidas de la administración de López Michelsen, que promoviendo la Bonanza Cafetera había establecido un sistema de cambio de dólares por pesos en el Banco de la República que, por su utilización ilegal pasó a la historia como “la ventanilla siniestra”, el país veía que su equipo tenía la mejor nómina desde los días de los “héroes de Arica” que habían clasificado al Mundial de 1962.
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La situación era curiosa: tras el fracaso de la Eliminatoria a Alemania 74 una generación de lujo, con varios jugadores que había logrado clasificar a los Olímpicos del 68, mostraba una compenetración notable en comparación con el tradicional regionalismo que se vivía en cada convocatoria de una selección Colombia. Sin embargo, todo eso tan bueno sólo se podría probar en la Copa.
La Conmebol determinó jugar el torneo con partidos de ida y vuelta en tres grupos de tres equipos, de los que sólo el vencedor pasaría a la semifinal, donde ya estaba Uruguay por ser el campeón vigente.
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El grupo de Colombia era con Ecuador y con el temido seleccionado de Paraguay, favorito y famoso por su estilo de juego, la garra guaraní, que le aseguraba al rival que tendría que trabajar el doble y cuidar mucho sus piernas si quería vencer a los jugadores con la camiseta blanca y roja.
El primer partido de la Selección que dirigía el legendario Efraín 'Caimán' Sánchez fue contra los paraguayos en el Campín el 20 de julio de 1975. En un juego complicado en el que la garra guaraní casi acaba con las ilusiones de los colombianos en su día patrio, el hoy difunto Ernesto Díaz hizo el gol del triunfo.
Colombia, que jugaba con una camiseta color zapote y pantaloneta negra, uniforme que había reemplazado al azul celeste con el que se jugó el mundial del 62, tenía el mejor equipo de toda su historia: Pedro Zape era el arquero, estaban Jesús 'Toto' Rubio, Osvaldo Calero, José 'El Boricua' Zárate, Alfonso Cañón, Henry 'La mosca' Caicedo, Ponciano Castro, Víctor Campaz, Eduardo Retat, Diego Umaña, Fernando Castro, Ernesto Díaz y Willington Ortiz, entre otros, como los nacionalizados Nelsón Silva Pacheco y Hugo Horacio Lóndero, que por muchos años fue el máximo anotador en la historia del fútbol profesional colombiano.
Paraguay no había dejado jugar bien al equipo, así que la prueba de fe que necesitaba el pueblo colombiano se la dio su Selección una semana después cuando, en una brillante demostración de fútbol, le ganó a Ecuador en Quito por 3-1. Estos cuatro puntos, porque entonces al vencedor sólo se le daban dos, le aseguraron el liderato del grupo y le dieron confianza para viajar a Asunción a enfrentar a la Selección de Paraguay, a la que sólo le servía ganar.
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La batalla de Defensores del Chaco
El 31 de julio de 1975 fue el día en que nació un discurso popular que renace cada vez que la selección Colombia debe jugar en el estadio Defensores del Chaco de la capital paraguaya. Ese día los colombianos pudieron ver por televisión cómo los paraguayos confusamente pateaban las piernas de los ídolos nacionales en vez de patear al balón, y cómo Colombia apenas si se podía defender de los continuos ataques de Paraguay.
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De pronto, Ernesto Díaz recibió el balón, no lo pensó dos veces y sacó un gran remate que se convirtió en el primer gol de Colombia. Terminaba el primer tiempo y con este las esperanzas de Paraguay de pasar a la semifinal de la Copa América, pero los jugadores y la policía no estuvieron de acuerdo con el gol y de pronto se vio que Díaz corría nuevamente, aunque no con dirección al arco contrario. Ever Almeyda, arquero paraguayo, lo perseguía a patadas por todo el campo.
De un momento a otro la policía paraguaya invadió el campo y empezó a repartir bolillazos a diestra y siniestra entre los jugadores colombianos. Al técnico Sánchez también le tocó lo suyo y le fueron propinados varios golpes en los brazos y el rostro. Willington, por su parte, amagaba a los policías y al defensa Alcides Sosa, que se quería llevar una pierna suya de recuerdo para la casa, y al pobre Alfonso Cañón, por tratar de defender a 'La Mosca' Caicedo, lo encañonaron.
El árbitro detuvo el partido y la Confederación Suramericana de Fútbol le otorgó los puntos a Colombia: por primera vez la Selección estaba en semifinales de un torneo tan importante y, para celebrarlo, el pueblo recibió a sus jugadores en el aeropuerto como si fueran héroes haciéndoles calle de honor por toda la Avenida 26.
Para devolver la atención la Selección confirmó su clasificación con un 2-0 sobre Ecuador en el Campín el 7 de agosto para darle así un nuevo sentido al término fiesta patria.
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Eran días curiosos: Colombia afrontaba su primer gobierno tras el Frente Nacional, que durante 16 años estableció que conservadores y liberales se turnarían en el poder, y la administración de López Michelsen se debatía entre la popularidad, pues nunca le había entrado tanta plata al país gracias a la Bonanza Cafetera, y la crítica pues para 1975 la inflación ya se había disparado a cifras astronómicas.
Pero, a la vez, la humilde Selección, el equipo en el que pocos creían, había clasificado a su primera semifinal de Copa América y prometía mucho de cara a las eliminatorias para Argentina 78.
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Faltaban batallas aún, una espectacular en Montevideo y un cara a cara inolvidable con Perú, pero eso vendrá en el tercer capítulo de la HISTORIA SECRETA DE LA SELECCIÓN COLOMBIA.
LA HISTORIA CONTINÚA: CASI CAMPEONES Y SIN ARGENTINA 78 .