Croatas y griegos, a priori más débiles frente al Arsenal y al Bayern, claros favoritos para alcanzar los octavos de final, se citaron en el estadio Maksimir de Zagreb bien posicionados con una victoria cada uno tras las dos primeras jornadas.
Los tres puntos en juego podían dar la tranquilidad a cualquiera de ambos equipos, que afrontarían los últimos partidos con opciones de alcanzar los octavos de final. Por eso, el choque entre Olympiacos y Dinamo de Zagreb era muy importante.
Tal vez por eso, ambos equipos saltaron al terreno de juego con mucho respeto y practicaron un fútbol muy plano a lo largo de los noventa minutos. Apenas hubo ocasiones en ambos bandos, que cumplieron con el guion previsto.
Por un lado, el Dinamo de Zagreb controló la pelota y la posesión, mientras que por el otro, el Olympiacos se dedicó a contragolpear con la ilusión de marcar un gol muy valioso para llevarse todos los puntos a Grecia.
Y aunque los hombres de Marco Silva acusaron la ausencia del argentino Esteban Cambiasso, Brown, en una de esas jugadas aisladas que buscaba el Olympiacos, logró marcar para dar tres puntos de oro a sus compañeros. Lo consiguió en el minuto 79 tras culminar con un disparo sin ángulo una carrera desde el centro del campo.
Era un partido que se iba a decidir con pocas oportunidades. El Olympiacos fue más efectivo. Aprovechó la suya y se llevó los tres puntos. El Dinamo de Zagreb, que mandó poco antes una pelota al poste con un disparo de Domagoj Antolic, fue el perdedor de un choque que podría haber acabado perfectamente con un empate pero que se decantó del lado griego, segundo de grupo gracias a su victoria.
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