A puerta cerrada, lo que impidió que la afición disfrutara de una tarde soleada y un partido entretenido, Medellín volvió a mostrar que no sabe cerrar partidos y el Quindío que, a pesar de todas sus debilidades, es un dolor de cabeza para el que se le pare en frente.
William Arboleda abrió el marcador al 16 gracias a un buen remate al que no le supo hacer frente el arquero Martínez, pero lo que parecía una invitación para un gran juego del Poderoso que diera ánimos para el segundo semestre, se volvió un suplicio más de este semestre negro del rojo.
Quindío se montó en el partido y si no empató antes fue por la falta de peso de su ofensiva y unas buenas atajadas de Byron García. Lo curioso es que lo que llegó fue el 2-0 local gracias a Davi Rancán, que aprovechó una pelota cruzada para empujarla al fondo de la red al 59.
La justicia se le apareció a la visita en los pies de Murillo, que descontó al 64, y al 81, de penal, Juan Caicedo empató un juego que sólo importaba para la tabla de descenso, lo que no es poco para estos dos clubes. Medellín se quedó con 111 puntos en la tabla de promedio, uno más que el Quindío, y ahora ambos tendrán que trabajar, y mucho, para que en el segundo semestre esto no les pase factura.
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La figura: Hilton Murillo, emblema y líder de un Quindío que gusta aunque no gane.
El dato: la última vez que el DIM ganó en casa fue el 23 de marzo, en el clásico frente a Medellín.
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La cifra: el DIM despidió el semestre con un lamentable promedio de menos de un gol por partido: 17 anotaciones en 18 juegos... ¡y eso que esta vez hizo dos!