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Millonarios saborea la Copa con triunfo sobre Boyacá Chicó

En Tunja, ganó 0-1 la primera final de la Copa Postobón y quedó muy cerca de celebrar un título después de 10 años. Todo por un gol del capitán Rafael Robayo al minuto 83. El tiquete a la Sudamericana se definirá la próxima semana en El Campín.

La celebración para los hinchas azules está cercana. Tienen todo para completarla. Disputarán en su estadio, seguramente lleno, la final de ida el próximo 27 de octubre desde las 6:45 p.m. Deben ser prudentes, eso sí, en no anticiparse a un título que no está nada resuelto. La ventaja de un gol es importante, pero Boyacá Chicó ha demostrado que es capaz de cambiar el destino tanto en la Liga como en la Copa.

Así fue el primer asalto

Resultó más bien desigual el encuentro de este miércoles en Tunja. Especialmente porque Millonarios se hizo amo y señor del balón. Los de Richard Páez, con un 4-3-1-2, ejercieron control territorial y el porcentaje de posesión da fe de ello. Una vez más, Mayer Candelo, ubicado entre volantes y defensores rivales, hizo de las suyas.

Tal vez Boyacá Chicó le apostó a la fórmula que usó contra el Atlético Nacional: prudente en sus ataques, priorizando el orden táctico y con la velocidad como argumento en el contragolpe.

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En esa lucha de poderes, durante la primera parte Millonarios se acercó tres veces con remates de media distancia del incisivo Edison Toloza, Candelo y Luis Mosquera, esta vez volante por izquierda. En ese periodo, los locales en Tunja tuvieron dos pelotazos largos que sorprendieron a la zaga azul pero no al arquero Nelson Ramos. El 0-0 fue el resultado en los primeros 45 minutos.

La actitud de ambos cambió radicalmente en el complemento. De entrada avisaron que no se querían ir en blanco. Boyacá Chicó despabiló con sendos remates de José Correa. Millonarios avisó con Erik Moreno. Primero con un tiro de quemarropa que salvó Cristian Bonilla (54') y luego con una jugadota de laboratorio que por centímetros no empujó (69').

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Los técnicos refrescaron sus equipos con hombres de ataque y, en ese momento, el partido se rompió. El tránsito en el medio fue ligero y los arqueros miraban las acciones más de cerca. El gol se acercaba.

Y llegó para los visitantes. Al minuto 83, Rafael Robayo, el corazón de Millonarios, se descolgó, recogió un pase de Carlos Preciado, le rompió la cintura a John Jairo Montaño y ya dentro del área transformó el ocho de su camiseta en un nueve de goleador. Definición impecable y celebración conjunta para su abuelo materno, don Arcadio Marroquín, quien falleció este mismo miércoles.

El tanto se convirtió en una cachetada para los de Alberto Gamero. Se volcaron, ahora sí, con decisión, al arco de Nelson Ramos, quien aportó su jerarquía para impedir el empate. Contó con suerte el payanés, pues los locales no supieron definir una acción que tuvo cuatro rebotes en el área chica.

Tras cinco minutos de adición, el juego terminó con angustia y satisfacción para Richard Páez, el técnico venezolano que ahora puede cobrarle a la prensa local tanta crítica. En medio de tumbos e irregularidades, está a 90 minutos de devolverle la sonrisa a los hinchas de Millonarios después de 10 años de penuria. La celebración del 2001 en la Copa Merconorte es cada vez más lejana.

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La vuelta olímpica, para bogotanos o boyacenses, será el próximo jueves en El Campín.

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