"El fútbol es diferente, no es una empresa. Hay muchos aficionados detrás que sienten pasión por el club. (Los ex propietarios) no se dieron cuenta de eso", aseguró el técnico español en declaraciones a la cadena británica BBC.
Ocho meses después de su destitución como entrenador del Liverpool, reveló lo duro que le resultó desempeñar su trabajo durante la última parte del mandato de Hicks y Gillet.
"Todo cambió. La forma en que el club estaba funcionando era como un negocio, la prioridad era el negocio y eso lo hizo todo más difícil", dijo.
El Liverpool fue vendido en octubre a un consorcio de empresas, también estadounidense, por 340 millones de euros. Su nombre es New England Sports Ventures (NESV) y el de su principal portavoz en el Reino Unido John W. Henry.
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Rafa Benítez, quien asumió las riendas del Inter de Milán en junio tras la marcha del portugués José Mourinho al Real Madrid, regresó a la ciudad de Liverpool tras la rescisión de su contrato con la entidad italiana en diciembre y continúa residiendo en Inglaterra.
Así, fue testigo cercano del siguiente cambio de entrenador en el banquillo de Anfield, de donde salió el 8 de enero el inglés Roy Hodgson -que había reemplazado Benítez- y fue nombrado de manera provisional, hasta final de temporada, el escocés Kenny Dalglish.
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Benítez había llevado a Dalglish al equipo nuevamente en el verano de 2009 como embajador del club dada su larga trayectoria en el Liverpool como jugador y como entrenador.
Explicó que su idea inicial cuando contactó con Dalglish era darle un puesto que implicara tareas próximas al primer equipo para que tuviera relación directa con la federación inglesa (FA), aunque finalmente quedó relegado a un segundo plano.
"Cuando necesitaron un técnico, él fue una muy buena opción y muy buena decisión porque tiene el apoyo de los aficionados y podría aunar a todo el mundo", opinó el madrileño al ser preguntado por el nombramiento de Dalglish.