Solo por esta vez, vale la pena decir que perder es, o será (eso esperamos), ganar un poco. La selección tiene la nómina y el técnico para ser un equipo de respeto, ganador, que imponga juego; pero esta vez nada salió como esperábamos, ninguno estuvo a la altura de la cita continental. Perder entonces será ganar un poco, teniendo en cuenta que hemos detectado las falencias a mejorar, en un onceno que dentro de poco iniciará el camino hacia el próximo Mundial.
Hay cosas obvias. James no estuvo y Cuadrado apareció muy poco. Los delanteros son imposibles de juzgar porque nunca les llegó el balón. Como aspecto positivo, tal vez el único, encontramos recambio en una defensa que funcionó con Murillo como gran figura. Igual, pese al fracaso, Pékerman tiene con que trabajar y material para salir adelante.
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Ahora mismo vemos todo con mucha tristeza, con rabia. Personalmente, creo que el equipo fue mediocre durante todo el torneo, y en realidad, en este partido con Argentina, merecimos perder. Jugamos a lo que no sabemos, a defendernos. Es importante que se trabaje para recuperar la identidad, para volver a mandar dentro del terreno siendo el equipo que propone, que ataca.
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Escarbando dentro de la necesidad que siempre tenemos de encontrar culpables, hallamos que hay una situación que supera la presencia de todos los jugadores, esta vez, faltó un invitado importantísimo dentro de cualquier grupo humano, el liderazgo. Liderazgo de Mario Yepes, nuestro ya retirado capitán, o liderazgo, porque no, de Abel Aguilar, un jugador notable, importante, que extrañamos mucho.
Esta condición no se adquiere por ser de un equipo de élite en Europa o por salir continuamente en las tapas de los diarios más importantes. Ser líder tiene algo más profundo. El líder acomoda, ordena, despierta a los demás, tiene voz de mando…pelea si hace falta, pero, en este torneo, Colombia careció de esa figura. Con el respeto y la admiración que merecen Falcao y James, al menos en esta oportunidad, les quedó grande.
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Cierro señalando que es un momento en el que nos debemos una fuerte autocritica, pero en el que más importante que todo, debemos estar unidos. No hay que olvidar que somos ganadores, que tenemos un fútbol a la altura de las más grandes potencias mundiales y que ahora debemos demostrarlo en cada salida. Bien, este fue un tropiezo, pero el camino que viene es largo.
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Por eso, debemos ganar un poco de esta derrota y levantarnos, ser más fuertes. Apoyo total a José Pékerman y a los jugadores, que así como hoy nos han quedado debiendo, también nos han regalado tardes y noches de orgullo y alegría.
Adiós Chile, y por ahora un hasta luego muchachos, esperamos que dentro de poco el reencuentro para las eliminatorias nos depare un mejor semblante y que recuperemos la alegría que caracteriza al balompié colombiano.
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