La sociedad francesa, sorprendida aún al ver que su selección nacional ha vuelto por los pasos de Sudáfrica, con derrota anticipada y escándalo extradeportivo en la Eurocopa, debate ahora si el técnico Laurent Blanc merece seguir en el banquillo y cómo desterrar las conductas pendencieras del vestuario.
El primer asunto que deberá resolver la Federación Francesa de Fútbol (FFF) es la continuidad del técnico, cuyo contrato expira el próximo sábado, ya que se decidió no renovarle hasta finalizado el campeonato.
Este jueves o viernes Blanc mantendrá una reunión con el presidente de la FFF, Noël Le Graët, en la que se decidirá si el entrenador sigue en sus funciones, tal y como presagia el diario "L'Équipe", que cree que el técnico continuará en el cargo aunque tendrá que aceptar condiciones, como la de reducir su equipo de ayudantes.
El seleccionador tendrá entonces que trabajar a marchas forzadas para recuperar la confianza perdida, pues dilapidó en las dos últimas semanas buena parte el crédito que había recabado en los dos últimos años.
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Los ‘blues' llegaron a la Eurocopa con una histórica serie de 21 partidos seguidos sin perder y sin que se les conocieran escándalos que empañasen la convivencia de un grupo de futbolistas esencialmente jóvenes, muchos de ellos de la generación de 1987.
Parecía que quedaba atrás aquella actitud de los internacionales galos en Sudáfrica, cuando sacaron los colores a Francia al protagonizar un motín contra el entrenador y dejar aflorar los enfrentamientos fraternales.
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Además, deportivamente, Blanc intentaba hacer un fútbol ofensivo y atractivo, apoyado en la calidad de jugadores como Benzema, Ribéry, Ben Arfa o Nasri y trabajando con un grupo de futbolistas jóvenes sobre los que construir la estructura de la selección que representará a los galos en la clasificación para el Mundial de Brasil y en la próxima Eurocopa, que se celebrará en Francia dentro de cuatro años.
Pero toda esa ilusión que la selección francesa había logrado recuperar entre los aficionados se desvaneció en solo dos partidos.
La derrota en el último encuentro de la fase de grupos contra una Suecia eliminada provocó un cataclismo en el vestuario, con jugadores que casi llegaron a las manos, y desconfianza y críticas entre prensa y público. Además, ese 2-0 frente a los nórdicos clasificó a Francia como segunda de grupo y les emparejó en cuartos de final contra la temida España.
Llegó entonces la eliminación contra "La Roja", un tropezón excusable dado la calidad del rival, pero que provocó una nueva explosión del volátil Sami Nasri, esta vez no en el vestuario, sino en zona mixta, con un periodista francés y ante los ojos, cámaras y micrófonos de la prensa internacional.
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El centrocampista del Manchester City, peleado con sus compañeros y con los medios de comunicación, se convirtió en el blanco de todas las críticas. Y Francia, más allá de los problemas deportivos, vuelve a salir de un campeonato internacional por la puerta de atrás, señalada por el mal comportamiento de sus estrellas.
Muy lejos queda aquella selección multicolor "Black, blanc, beurre" que en 1998 sedujo a su afición y logró el Campeonato del Mundo. Un equipo liderado por Zinedine Zidane en el que precisamente jugaba Blanc, al lado de Thuram, Barthez, Henry o Djorkaeff.
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La situación de Nasri será examinada el próximo martes por el comité ejecutivo de la FFF y todo parece indicar que el joven de Marsella será castigado para ver si, esta vez sí, la sanción sirve de ejemplo y para que Francia destierre de la selección las actitudes más innobles y dañinas para la imagen de la tricolor.