Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Gol Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
No, gracias.
¡Claro que sí!

Publicidad

A 25 años de la llegada al banquillo de Cruyff, el Barcelona vive en tinieblas

Sumido en una depresión por cómo fue eliminado de la Champions, el club culé vive la antesala de una posible nueva revolución en su vestuario: cambiarlo todo o sólo retocar lo necesario.

El holandés, jugador barcelonista en los años setenta, fue reclamado para el banquillo el 4 de mayo de 1988, cuando el por entonces presidente, Josep Lluís Núñez, dio un giro en la entidad para contratar a Cruyff, llevar a cabo una de las limpiezas más espectaculares que ha vivido el club e iniciar una nueva etapa, a la postre, una de las mejores de su historia.

Llegó Cruyff por segunda vez al Barça saliendo enfadado de su club de toda la vida, el Ajax, y entró en el club catalán con un cheque en blanco para reubicar en un punto óptimo a un equipo venido a menos, en que él vivía guerra interna que llevó, incluso, a los jugadores a pedir públicamente la dimisión de Núñez, episodio que pasó a la historia con el nombre de Motín del Hesperia, por el hotel donde se concentraba la plantilla.

La opción de fichar a Cruyff no fue la única que tuvo Núñez en cartera, ya que el presidente siempre tuvo predilección por un paisano suyo, el baracaldés Javier Clemente. No obstante, la opción de éste fue desarticulada por la mayoría de la junta, que amenazó con una dimisión en pleno si Clemente se hacía con las riendas del club.

Clemente, en su etapa como entrenador del Athletic Club, mantuvo una encendidas discusiones con el barcelonismo, que le comportaron ser uno de los enemigos del club catalán, especialmente a raíz de la grave lesión de Maradona tras una entrada del Andoni Goikoetxea.

Publicidad

El técnico vasco, posteriormente como entrenador del Espanyol y de la selección española, siguió manteniendo tensos pulsos con el Barça, especialmente con Cruyff.

Cruyff era una de las apuestas de la oposición a Núñez para las elecciones de 1989, pero finalmente el por entonces mandatario se adelantó a la jugada, también en parte porque necesitaba una carta ganadora ante la afición tras el conato con sus jugadores, que le pidieron la dimisión por un supuesto incumplimiento en el pago de los impuestos.

Publicidad

El nuevo técnico se incorporó al club en junio de 1988, con el Barça como reciente campeón de la Copa del Rey, y se sacó de encima a medio vestuario, a la vez que incorporó a un buen número de refuerzos, muchos de ellos atribuidos a Clemente.

Las dos primeras temporadas de Cruyff (con una Recopa la primera y una Copa la segunda) fueron los momentos en que se implantó un estilo de fútbol que perduró hasta ahora, en que por encima de todo reinaba la posesión de la pelota, el juego fluido e intentar agradar al público. No obstante, Núñez debió salir en defensa de Cruyff, en el ojo del huracán de muchos asambleístas.

Así, el tránsito hasta la primavera de 1992, cuando el Barça logró el histórico doblete de Liga y Copa de Europa, fue a veces un camino minado, porque no todos los barcelonistas secundaban el camino que había establecido el nuevo entrenador, quien también había abierto una línea de enfrentamiento con el presidente que fue deteriorándose al paso de los años.

Después de cuatro Ligas seguidas, una Copa del Rey y una Recopa, el Barcelona estaba a punto de dar una nueva campanada en Europa, pero cayó estrepitosamente en Atenas contra Milan (4-0) en la final de la Champions, lo que generó una nueva crisis, especialmente porque esta vez debía de ser Cruyff quien estaba al cargo de la revolución.

Publicidad

Cruyff pidió jugadores que Núñez no le concedió y emprendió un largo camino de dos años sin títulos apostando por fichajes que causaron extrañeza en el entorno y por una idea clara de sacar futbolistas de la cantera, quienes tuvieron en sus manos títulos que se les escaparon por poco.

Al final, el técnico fue despedido a dos jornadas de concluir la temporada 1995-96, fue el adiós de un entrenador que había cambiado el espíritu y la marcha del Barça, que a partir de entonces no ha dejado de ganar títulos con el mismo sello futbolístico.

Publicidad

A pesar de su adiós, Cruyff, y el ‘cruyffismo' que le acompañó desde entonces, ha estado muy vivo en el club y en su entorno, hasta el punto de que apoyó una moción de censura contra Núñez y alentó la candidatura de Joan Laporta en el 2003, cuando éste salió ganador.

Convertido en el inspirador del presidente y posteriormente de uno de los técnicos más laureados del club, Josep Guardiola, acabó siendo nombrado presidente de honor, condición que le discutió la nueva directiva, presidida por Sandro Rosell, con quien mantuvo algún pulso cuando éste era directivo de Laporta. Cruyff entregó la insignia de presidente de honor y con ello cerró su etapa en el club catalán.

A sus 66 años, Cruyff se mantiene distante de Barcelona, e incluso del Ajax, y su única incursión ha sido para dirigir los partidos amistosos de la selección catalana, función que también abandonó.

  • Publicidad