Los romanos, visiblemente influidos por los malos resultados del último período, empezaron el partido con timidez y gran tensión. El conjunto del técnico francés Rudi Garcia, que salió con el español Iago Falqué como titular, logró acercarse a la portería contraria solo con remates desde fuera del área, que nunca crearon problemas a la defensa.
Sin embargo, los 30.000 espectadores presentes en el Estadio Olímpico manifestaron su malestar por la prestación insuficiente de los romanos con una sonora pitada cuando terminó la primera mitad.
En la reanudación, el conjunto romano saltó al campo con más determinación y creó dos buenas ocasiones nada más empezar. En el 47, el bosnio Edin Dzeko controló un balón en el área de penalti y golpeó con la derecha sin poder superar a un atento Chernik. Dos minutos después, Alessandro Florenzi rozó el poste con un violento remate cruzado.
El BATE Borisov planeó un partido defensivo, tratando de aprovechar los espacios en contragolpe. Solo dos fenomenales intervenciones de Szczesny pudieron negar el tanto de la ventaja a los bielorrusos, que golpearon desde dentro del área con Maksim Volodko, en el 67, y Filip Mladenovic, en el 78.
En el tramo final, el Roma trató de defender el 0-0 que, mientras se mantuviese el empate a uno entre el Bayer Leverkusen y el Barcelona, valía el pase a los octavos. Cuando el árbitro pitó el final del partido, los romanos se quedaron en el campo esperando el resultado final del otro duelo.
Tras unos momentos de enorme tensión llegó la noticia de la igualada final del Bayer que permitió al Roma clasificarse para la siguiente ronda. A pesar de esto, la afición romanista se mostró muy contrariada con los jugadores y los despidió con una sonora pitada.
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