Por su parte, los catalanes llegaban al choque tras días complejos, con la eliminación de la Copa del Rey y la derrota en Anoeta. Los futbolistas de Sergio González se sobrepusieron a la situación y mostraron un rendimiento correcto, aunque no bastó para frenar al vigente campeón, que no pudo recuperar la tercera plaza de la Liga.
El Atlético quiso llevar la iniciativa desde el principio. Fernando Torres tardó doce minutos en examinar los guantes de Kiko Casilla. El delantero cabeceó una falta de Koke y aumentó la incertidumbre en el Power8 Stadium. Los de Simeone insistían, firmaban tiros lejanos y amenazaban con saques de esquina.
De todos modos, ninguna de sus opciones posteriores fue tan clara como la de Torres. El choque se convirtió en un pulso de intensidad, trabado y con tensión. El Espanyol se aferraba a los movimientos de Sergio García, impecable, mientras que el conjunto madrileño se ilusionaba con Griezmann.
La balanza estaba del lado visitante, pero el gol no parecía cercano. Antes del descanso una entrada de Miranda a Abraham lo cambió todo. El brasileño dio un codazo en la cabeza a su rival, en un salto, y el árbitro le mostró la roja, mientras que el ‘blanquiazul', consciente, fue trasladado al hospital por traumatismo craneoencefálico.
Simeone sentó a Torres y dio entrada al uruguayo José María Giménez. Era el momento del Espanyol. La presencia del anfitrión en el área contraria era más elevada, aunque todas sus llegadas eran tímidas, sin contundencia. Como un disparo flojo de Caicedo en el 56' que Moyá frenó sin sobresaltos.
El atacante ecuatoriano salió del campo por Stuani, pero el guión se mantuvo sobre el verde. El Atlético, por su parte, evitaba los riesgos y confiaba en los destellos de Griezmann, más apagado que en la primera mitad. El delantero francés no permitía relajaciones a la defensa catalana.
Los pupilos de Simeone no se amilanaron con diez. Raúl García lo dejó claro en el 78 con un latigazo que sirvió para que Kiko Casilla volviera a lucirse. El tarraconense fue ovacionado al evitar el tanto. En los últimos compases del choque, el portero fue uno de los más destacados futbolistas del Espanyol.
En ataque los catalanes estaban atascados. La circulación de balón no era fluida y la tensión defensiva del equipo ‘rojiblanco' impedía rematar con claridad a los de Sergio González. El cronómetro empezaba a marcar el ritmo del partido: crecían los nervios y las urgencias.
Cada saque de esquina era un mundo. Los locales dispusieron de varias opciones, todas frustradas. El Alético, un córner. Casilla, otra vez, agarró el balón. El choque estaba ya sentenciado con el empate sin goles.