Durante los primeros 45 minutos, pese a que hubo tres goles, ambos equipos acudieron al juego fuerte. En la etapa complementaria circuló más el balón.
El partido entre Atlético de Madrid y Real Madrid en el desenlace de la semifinal de la Liga de Campeones se salió de todo pronóstico desde los primeros minutos. No solo por la sorpresa en el marcador a favor del elenco rojiblanco, que empezó ganando 2-0, sino por el juego fuerte que sostuvieron los dos equipos.
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Es sabido que el estilo del Atlético está basado en el choque, pero esta vez su rival de turno no se quedó atrás. Muy temprano, al minuto cuatro de juego, Danilo cometió más que una imprudencia sobre Filipe Luis: en la disputa del balón, el defensor blanco puso prácticamente el guayo en la cara de su compatriota. Eso le valió la primera tarjeta amarilla del partido.
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De ahí en adelante, se presentó un intercambio de faltas entre ambos equipos. Isco, Modric y Cristiano cayeron al suelo a manos de los hombres del DT Diego Simeone. La respuesta del grupo de Zidane la sintieron Griezmann, Carasco y Torres.
No en vano, durante los primeros 45 minutos se mostraron cinco cartones amarillos: tres para Atlético (Godín, Gabi y Savic) y dos para Real (Danilo y ramos). Paradójicamente fue en la primera parte, donde reinó el juego brusco, que se registraron los tantos.
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Para la etapa complementaria, y contrario a lo que se esperaba por ser el remate, tanto Atlético como Real se dedicaron a tener el balón en los pies y buscar el arco contrario. Reflejo de ello es que el árbitro Cuneyt Çakir apenas le mostró una amarilla más a Correa, delantero rojiblanco.
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