El partido se disputó ante unos 26.000 aficionados, muchos de los cuales se retiraron en llanto del estadio Pascual Guerrero.
Sin embargo, la policía se vio en aprietos para controlar a algunos fanáticos que saltaron a la cancha con la aparente intención de agredir a los futbolistas. Otros intentaron ingresar al vestuario del América.
Los revoltosos atacaron a las autoridades con palos y piedras.
Barras bravas lanzaron una papa bomba e hicieron a cinco aficionados, otros fueron agredidos con arma blanca, golpeados y lesionados con diversos proyectiles, precisó la policía el domingo.
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Los heridos más delicados y dos personas con principio de infarto cardiaco fueron recluidos en el Hospital Departamental, indicó la Cruz Roja.
El aficionado Jorge Alvear -supuestamente herido en el estadio con arma blanca- fue auxiliado por los bomberos.
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Las barras bravas además destruyeron la estación del sistema de transporte masivo Mío, cercana al estadio, 17 locales comerciales y causaron diversos daños a 169 vehículos, según las autoridades.
El alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, hizo un llamado a los hinchas para que se tranquilicen y promuevan la reorganización de su club.
"La circunstancia de duelo (por el descenso) que yo también vivo como americano, debe ser una oportunidad para reinventar (reorganizar) el equipo y sacarlo adelante", dijo Ospina el domingo a los periodistas.
América -en el pasado controlado por los confesos capos del narcotráfico Gilberto y Miguel Rodríguez- hoy en cárceles de los EE.UU. donde purgan largas pena, ahora soporta serios problemas económicos y feroces pugnas internas.
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El equipo viene dando tumbos desde hace tiempo y el descenso complicó el mal momento después de sus años de gloria en los cuales ganó 13 títulos y disputó cuatro finales de la Copa Libertadores.