Algunos futbolistas tuvieron el antojo de "privatizar una isla en el Caribe", afirmó Zakary Chanou, directivo de una empresa de personal de lujo dedicada a cumplir la voluntad de deportistas.
El principio es sencillo: Las empresas de asistencia personal de lujo deben estar disponibles de forma permanente y cumplir lo más rápido posible las demandas de sus millonarios clientes.
"Tuve que gestionar una solicitud de boda prevista para dos días más tarde por un jugador del París Saint-Germain. Tenía que encontrar de urgencia un anillo en una joyería de la Place Vendome, alquilar un yate en el Sena y ocuparnos de toda la boda", explica Chanou, director ejecutivo de la empresa UUU y de su filial deportiva Ultimate Player.
Este servicio enfocado a los deportistas comenzó en 2010 gracias a Ludovic Giuly, antiguo internacional francés que jugó en el Mónaco y en el Barcelona, entre otros clubes.
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El antiguo extremo invirtió y aportó su agenda. Todavía tiene un papel de consejero dentro del organigrama.
Actualmente una decena de personas se ocupan de 500 deportistas, la mitad de ellos futbolistas, pero también pilotos de Fórmula 1 o jugadores de tenis.
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¿El abono de base para tener un asistente de lujo? 3.800 euros por año o una cantidad mayor si el servicio es personalizado.
Luego los clientes pagan la prestación; desde una cena en familia en un buen restaurante a un fin de semana en un encantador hotel de Deauville, acompañado del alquiler de un bonito coche.
La profesión de asistente de lujo cambió a comienzos de los años 2000 en Estados Unidos y Gran Bretaña, con la aparición de nuevas empresas capaces de encontrar un buen plan en la otra punta del planeta si hace falta.
Con los numerosos desplazamientos, su escaso tiempo libre y su gran cantidad de dinero, los futbolistas parecen los clientes ideales. "Funcionan mucho por mensajes de móvil y necesitan muchas respuestas", subraya Zakary Chanou.
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"Lo que es complicado de nuestro trabajo es hacer las cosas más rápido que nuestros clientes", añade Michel Bethune, jefe de asistencia en la empresa John Paul.
A veces las solicitudes no pueden ser más absurdas, como una llamada a las tres de la madrugada de un jugador para pedir un paquete de fresas Tagada.
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"El objetivo es encontrarlas antes de que se ponga sus zapatillas, se vista y las compre debajo de su casa", explica Bethune, de 42 años, 20 de ellos en la hostelería y después en la asistencia personal de lujo.
Con sede en los Campos Elíseos, a dos pasos del Lido, la empresa John Paul se dio a conocer en 2013 como patrocinador del PSG para recibir a las estrellas del club como David Beckham, ayudado en su vida cotidiana por un chófer, un asistente personal y un guardaespaldas.
Bethume desmiente la idea del futbolista amante del lujo poco preocupado por la realidad y el dinero: "Tienen mucho cuidado con la relación calidad-precio, saben que sus carreras son cortas. Hacen las mismas solicitudes que los otros clientes, sobre todo para las salidas familiares y los fines de semana".
"Sí, los más jóvenes tienen ganas de pasarlo bien, pero no se les puede reprochar. Pero hay otros que por ejemplo nos piden entradas para el teatro. De acuerdo, no van a ver Misanthrope, pero quieren ver comedias musicales o espectáculos como el de Gad Elmaleh o Kev Adams", explica Chanou.
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Estos asistentes dicen ser capaces de conseguir todo lo que está entre dentro de la legalidad. Aseguran que nunca han tenido peticiones de "chicas de compañía" por parte de los jugadores.
En este negocio de nuevos ricos también se ha escrito algún episodio caricaturesco. En 2009 una empresa facturó 10.000 euros a un rico ruso por los tradicionales fuegos artificiales municipales.
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