Decir que Independiente Santa Fe juega mal sería injusto: es un equipo que maneja muy bien la transición de defensa a ataque, que abre las bandas, que llega con muchos hombres... ¿tiene problemas defensivos? No, se para bien aunque sufre cuando le abren el campo. Su verdadero problema, su gran defecto y la razón por la cual en cinco fechas apenas ha podido ganar un partido está en su definición.
Santa Fe sufre demasiado para hacer goles. El equipo, que este 28 de febrero cumple 71 años, tiene tanto problemas para definir que por eso le pasa lo que le pasó frente al Quindío: generó tantas opciones, envió por fuera tantos remates, vio pasar tantas veces la pelota frente al arco de Alejandro Otero, que el rival aprovechó el desespero, sacó ventajas de los espacios y cobró.
Santa Fe fue el amo del partido desde el comienzo y por eso no extrañó que abriera el marcador al minuto 9 con un cabezazo de Meza, que se levantó bien en un tiro de esquina para el 1-0. Se veía tan superior el primer campeón que muchos pronosticaron goleada.
La estadísticas muestran la avalancha de llegadas del equipo rojo , que sin embargo no aprovechó. Siempre le faltó algo al remate de Rodas, al tiro de Cardona, a la pegada de Pérez, a la definición de Copete... Santa Fe, que genera fútbol ofensivo con facilidad (y más si el rival deja que el 10 argentino se vista de frac como el Quindíom lo permitió esta vez) no tiene un 9, un definidor, alguien que capitalice todas esas opciones.
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Pero Quindío, con una nómina humilde y mucho trabajo, no sólo le es fiel a Pecoso Castro en su orden, también en su personalidad. El humilde equipo de Armenia es contestón y no se deja de nadie, por eso aunque el partido fuera albirojo, sus lanzamientos al ataque por los costados siempre causaron destrozos.
Uno de ellos fue el gol. Minuto 31 de la segunda parte, llegada por derecha y, en vez de afanarse en rematar, en vez de desesperarse para buscar el empate, los jugadores del Quindío la tocaron frente al arco hasta encontrar al mejor rematador posible, que fue Hilton Murillo.
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El resto fue desespero de Santa Fe, que nunca tuvo la cabeza fría como para imitar eso, y manejo de un Quindío que aún no gana y acumuló su cuarto empate en cinco fechas, pero que tiene apenas dos unidades menos que un Santa Fe reforzado, llamado a triunfar y que, aunque ya arrancó, necesita con urgencia que alguien se disfrace de 9 y empiece a meterla.