Si a Jorge Valdano puede endilgársele algo es su amor por el Real Madrid. Por la casa blanca mostró en su etapa como jugador números de goleador. En su primera temporada (1984) se apuntó 17 goles y en total, durante cuatro años, hizo 40 en 85 partidos, que sirvieron para levantar 2 ligas, una copa de la liga y dos Copas de la UEFA.
La gloria como futbolista, sin embargo, terminó abruptamente para el nacido en Santa Fe, Argentina, en 1955. A los 32 años tuvo que colgar los guayos en el Santiago Bernabéu porque una hepatitis B -no una de las lesiones que lo persiguieron- lo sacó de las canchas.
Pero Valdano, enamorado del fútbol, decidió continuar al lado del balón primero como comentarista deportivo y luego como entrenador, gracias a una llamada que le cambió la vida.
Tenerife: la isla de la fantasía
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Cuenta Valdano que una mañana de 1992 estaba listo en Italia para comentar un partido del Real Madrid por radio cuando a su teléfono lo buscó Santiago Llorente, director deportivo del Tenerife, para ofrecerle la que sería su primera experiencia como entrenador.
Sin pensarlo dos veces, el goleador alistó su corbata y partió hacia una isla española con poca tradición futbolística y cuyo equipo, en ese momento, se asomaba a la segunda división. Y en sus dos primeros partidos, Valdano consiguió seis puntos ante Valencia y Barcelona por las fechas 31 y 32 que hacían renacer la esperanza.
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Pero como en la vida, el camino a la felicidad no iba a resultar tan fácil. De ahí hasta el final el Tenerife vivió una serie de sinsabores que lo llevó a la última fecha con el agua al cuello y con la obligación de ganarle al Real Madrid, como local en el estadio Heliodoro Rodríguez López, para seguir en la división de honor.
La tarea era titánica teniendo en cuenta que en ese momento Real Madrid viajaba sumergido en un mano a mano con el histórico Barcelona de Johan Cruyff. Los merengues estaban obligados a ganar para no darle el título a sus archirrivales. Y los de la capital comenzaron bien esa labor porque muy pronto ganaban con tantos de Fernando Hierro (8') y George Hagi (28').
Entonces, de la nada, o contagiados por la conocida frase de Jorge Valdano, en la que "el fútbol es un estado de ánimo", los locales dieron un soplo de vida. Pasaron del abismo a la gloria con tantos de Estebaranz (36'), Rocha (77') y Pier (78'). Mientras, en Bilbao, Barcelona derrotaba 0-2 al Athletic con tantos de Stoichkov y se declaraba campeón.
Sí, en cuestión de minutos, Real Madrid entregaba una liga que más tardaría se llamaría del "Tenerife" con un 3-2 en contra ante un club modesto que, al mismo tiempo y como premio, se quedaba en la primera división para vivir una temporada de ensueño.
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El que es caballero repite
Con el impulso de la permanencia, Tenerife y Jorge Valdano cumplieron una liga española 1992/1993 de ensueño. Aunque el destino se empeñaba en ubicarlo nuevamente en la última fecha ante el Real Madrid que, cómo no, llegaba otra vez en un duelo cabeza a cabeza contra el Barcelona.
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Para ese partido, Jorge Valdano repitió gesta. O tragedia, para los madridistas. Al equipo que lo había visto goleador volvía a amargarlo con un triunfo 2-0 que ubicó al Tenerife en el quinto lugar de la liga española, la mejor ubicación en su historia y clasificado a un torneo europeo.
‘La maldición de Tenerife' fue entonces portada de diarios y, quien lo creyera, le dio tiquete directo a Jorge Valdano al Real Madrid. El trofeo por quitar dos ligas fue el banquillo técnico en el Santiago Bernabéu, donde en su primer año, levantó su primera copa local. Pero esa es otra historia.