El crédito de Kaká se agota y su entrenador experimentará con el brasileño, ansioso por volver a ser el jugador que triunfó en el Milán.
Aquel centrocampista que deslumbró en la Liga italiana apenas se ha visto por la casa blanca. Desde que llegó a España, hace cuatro temporadas, Kaká sólo ha sido capaz de jugar quince partidos completos. En las últimas cuatro que estuvo en Milán, sumó 96. Y en los seis cursos con los "rossoneri", 138. Son datos relevantes que incitan a pensar que la carrera del sudamericano está en declive.
Sin embargo, sus últimas actuaciones con Real Madrid han dejado una puerta abierta a la esperanza. Frente a Deportivo y Rayo Vallecano, Kaká exhibió su mejor repertorio con una diana y pases marca de la casa como uno que se sacó de la chistera en Riazor dirigido hacia Cristiano Ronaldo, que sólo tuvo que ceder la pelota a Gonzalo Higuaín para completar una jugada que acabó en gol.
Esa resurrección de Kaká fue la enésima de su paso por Real Madrid, donde todavía esperan que alcance una regularidad suficiente de buen juego para que el Balón de Oro de 2007 vuelva a ser reconocible.
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Su papel en La Coruña fue suficiente para que se abriera un debate sobre su presencia en el once titular del importantísimo choque de la vuelta de semifinales de la Copa del Rey que Madrid ganó 1-3 al Barcelona el pasado martes.
Su rival por el puesto, el argentino Ángel Di María, le ganó la partida. Mourinho acertó, necesitaba a un hombre capaz de recorrer kilómetros con los que tapar huecos de los jugadores azulgranas y, además, que tuviera fuerzas para montar contragolpes con los que asestar golpes definitivos al conjunto de Jaume Roura.
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Di María se desfondó como nunca y fue fundamental en el segundo gol madridista. El quiebro a Carles Puyol quedará en los anales de los clásicos. Todo un defensa campeón del mundo se quedó clavado en el suelo incapaz de evitar el regate del internacional albiceleste.
Kaká lo vio todo desde el banquillo, consciente de que aquel no era su día. Pero aún puede alimentar el debate para el duelo ante el United. Di María está sancionado y mañana no podrá jugar en el Bernabéu. Su sitio lo debería ocupar el brasileño, que disfrutaría de su primer envite gordo de la temporada.
Este año nunca ha sido titular contra un equipo grande y, si quiere aspirar a pisar el césped de Old Trafford, mañana deberá convencer a Mourinho, que necesita un hombre capaz de abrir huecos en la defensa inglesa.
De momento, sus números este curso respecto al anterior son igual de pobres. Entre las tres competiciones, alcanza los 706 minutos repartidos en catorce partidos en los que ha logrado tres goles. El año pasado, a estas alturas del curso, jugó 1.288 minutos en 28 encuentros en los que marcó seis tantos.
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Sus estadísticas no invitan al optimismo, pero sí sus dos últimos antecedentes en la Liga. Rayo y Deportivo marcan la línea que debe seguir para volver a jugar en el lugar donde alcanzó su cúspide. Es imposible olvidar la exhibición que dio en Old Trafford con el Milan en la ida de las semifinales de la Champions que se disputó el 24 de abril de 2007. Entonces, marcó dos goles, iluminó un estadio mítico y abrió el camino de los italianos hacia la final.
Han pasado cinco años desde aquel día. Kaká quiere repetir su hazaña, pero Mourinho necesita pruebas de que puede hacerlo. "En el fútbol todo cambia muy deprisa. Estoy mucho mejor y ahora viene lo bueno de la temporada. Si el míster me necesita ahí estaré", dijo el brasileño después de triunfar en Riazor. Ahora es su entrenador el que tiene la última palabra. Antes, experimentará con Kaká pensando en Old Trafford.
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