En este recinto en construcción, ubicado en el municipio de Guadalupe, en la zona metropolitana de Monterrey, el traqueteo de maquinaria y de miles de obreros no descansa estos días y se traduce en un zumbido perenne que se escucha dentro y fuera del estadio.
En el interior, donde la obra ya está prácticamente concluida, el césped es lo único que reposa tranquilo mientras varios electricistas revisan los focos que alumbrarán el estadio, y un grupo de albañiles, colgados de la cubierta con arneses, siguen instalando algunas de las placas del techo.
Otros se encargan de limpiar y comprobar que los más de 50.000 asientos -blancos y azules en honor a los colores del equipo-, funcionan correctamente.
"Estamos a tiempo, pero con marchas forzadas como en toda obra grande, y apurados. Esperamos que no llueva, pues en los últimos cuatro meses llovió más que en los últimos 40 años en la región y este ha sido un gran reto", dijo a Efe el vicepresidente administrativo y director del Proyecto del Estadio de este club regiomontano, Tonatiuh Mejía.
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En el exterior del campo es donde se entiende la magnitud del desafío; quedan aún muchas zonas por pavimentar y gran parte de lo que será el aparcamiento, el arbolado o la misma entrada están todavía inconclusas.
Para Mejía, se trata de una carrera con final feliz y factible por las más de 1.900 personas que "trabajan en diferentes frentes", por lo que nada les hace "pensar que no terminarán" la construcción previo al partido inaugural frente al Benfica portugués.
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El recinto, que llevará por nombre Estadio BBVA Bancomer y cuenta con una inversión de 200 millones de dólares, destaca por su diseño, a cargo de la firma Populous, especializada en escenarios deportivos, explicó.
Con un techo plateado y de forma ondulada inspirado en las montañas que lo rodean, el imponente edificio es visible desde muchos puntos de la ciudad y está llamado a convertirse en uno de los símbolos de esta industrializada y rica región.
"El estadio representa el origen y la idiosincrasia del regiomontano. En sus materiales hay mucho concreto, que es un material que se genera en esta ciudad, así como acero y aluminio, propios del estado", señaló.
Aun con esta abundancia de materiales, la obra "se distingue en particular por ser armónica" con el entorno, expresa Mejía, quien explica que se plantarán 2.000 árboles nativos de la región a su alrededor y que, en una iniciativa liderada por el club, se ha renovado el aledaño Parque Río La Silla.
Con estos y otros detalles, el estadio, que ocupará unas cinco hectáreas de las casi 25 concedidas al club, aspira a ser el primero de sus características en obtener el certificado 'verde' LEED (Leadership in Energy & Environmental Design).
No obstante, la obra no convence a ambientalistas de la región, quienes luchan desde antes que iniciara la construcción para paralizar un proyecto que, afirman, propicia la pérdida de biodiversidad y la degradación de los suelos.
A este choque de posiciones se suman dificultades administrativas al principio de la obra, que arrancó en 2011 por problemas financieros ligados a la crisis económica mundial, que fueron rezagando el proyecto, recordó Mejía.
"Ha sido un proceso tremendamente retador, muy gratificante, muy emotivo, con mucha adrenalina y también largo, lo que al final nos deja grandes satisfacciones", valoró.
A menos de un mes de la inauguración, las emociones se sienten a flor de piel en este nuevo estadio que empleará en días de evento hasta 1.500 personas y puede recibir un 50 % más de público que su anterior casa, el Tecnológico.
Un recinto con "DNA futbolero", pero que también podrá acoger conciertos y otros espectáculos -aseveró Mejía- y que en su inauguración dará fe de su multifuncionalidad.
El 2 de agosto los aficionados podrán ver el partido contra el actual campeón de la Liga portuguesa, así como varios espectáculos multimedia y un breve espectáculo musical, desveló.
"Será una noche emotiva y de homenaje, pasión y emoción hacia los aficionados 'rayados'", sentenció el directivo.
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