El entrenador español no ha conseguido volver a levantar el trofeo más importante del fútbol europeo, a pesar de haber dirigido al Bayern Múnich y actualmente al poderoso Manchester City.
Los caminos de Pep Guardiola y la Liga de Campeones se separaron cuando el entrenador abandonó el Camp Nou y parece que ni siquiera los millones del Manchester City son capaces de reconciliarlos.
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Calificar la eliminación ante el Tottenham Hotspur de fracaso para Guardiola parece arriesgado teniendo en cuenta la dificultad y la cantidad de variables que entran en juego en un cruce a doble partido. Más aún cuando la diferencia entre pasar o quedar eliminado quedó en un penalti fallado por Sergio Agüero y en un par de jugadas corregidas por el VAR.
A nivel deportivo, a Guardiola le marcará la ida, poco que reprochar en la locura de la vuelta. Optó por controlar el encuentro en White Hart Lane y que no se le fuera de las manos como le ocurrió el año pasado en Anfield y lo terminó pagando.
La especulación y aquel 1-0 fue su perdición. Reconocer días después que no vino al City para ganar el máximo trofeo continental le puso en el foco de las críticas.
Es indudable que Guardiola ha construido el mejor Manchester City de la historia. Lo demostró el año pasado ganando la Premier de los récords y lo ha recalcado esta temporada amarrando la Supercopa inglesa y la Copa de la Liga, estando en la final de la FA Cup y siendo favorito para revalidar la Premier. En Inglaterra, el City es temible.
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El problema llega al cruzar la frontera.
El City gastó 213 millones en la temporada 2016/2017, la de la llegada del español, con incorporaciones como John Stones (55 millones) y Gabriel Jesús (32), para caer en octavos de final ante el Mónaco. Primera decepción europea y curso en blanco en Inglaterra.
El siguiente año el desembolso fue mayor y el jeque celeste se dejó en el mercado 317 millones, trayendo al Etihad a Aymeric Laporte (65), Benjamin Menndy (58), Kyle Walker (53), Bernardo Silva (50) y Ederson (40), entre otros. Este año sí se ganó la Premier, además de la Copa de la Liga, pero en Europa, un Liverpool, a priori inferior, los mandó a casa en cuartos. Segunda decepción europea.
Este año, solo un par de retoques hicieron falta en verano para apuntalar la plantilla. Llegó Mahrez, por 68 millones y parecía la temporada definitiva para el despegue en el Viejo continente. En Inglaterra han cumplido lo que tenían que cumplir. Superada la Copa de la Liga, han llegado sin complicaciones a la final de la FA Cup, donde serán favoritos ante el Watford, y en la Premier, a cuatro jornadas del final, dependen de sí mismos para llevarse el título. Nada que reprochar en este apartado.
Sin embargo, 607 millones de gasto después, Europa sigue siendo un muro infranqueable. Pese a que Guardiola antepone la regularidad doméstica a la chispa de la 'Champions', no pasa desapercibido que desde su salida del Barcelona no ha vuelto a pisar una final. Este año tampoco será. Le tocará esperar a la temporada que viene, previo paso por un mercado veraniego en el que pocas piezas le faltan por retocar al City.
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