En "Una década en la Premier League", sus memorias escritas en primera persona, el atacante de 26 años recuerda su sorpresa cuando se subió a la báscula a la vuelta de las vacaciones hace tres temporadas.
"Cuando llegué a Carrington el primer día de trabajo me quedé en shock. Las básculas del gimnasio mostraban que pesaba algunas libras más de las que esperaba, ¡Siete! (3,2 kilos)", rememora Rooney.
"Entonces recordé que había bebido un poco mientras estaba fuera. Soy robusto, pero no soy como Ryan Giggs, todo hueso y músculo, gano peso con cierta facilidad", concede el goleador, que marcó 27 tantos la pasada temporada, tres menos que el máximo anotador, el holandés Robin Van Persie.
El exjugador del Arsenal compite precisamente este curso en el Manchester United con Rooney, apartado de la competición durante las primeras jornadas de la Premier por una lesión en el muslo.
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El inglés explica en su libro que "todos los jugadores saben qué deben comer y qué no durante todo el año", sin embargo, admite que la mayoría se permiten a sí mismos "algunos lujos".
"Durante la temporada, no creo que haga ningún daño encargar comida para llevar de vez en cuando", considera en su libro Rooney, que recalca que tiene que estar "siempre en forma" porque "un delantero del United no tiene donde esconderse".
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