El volcán duerme desde hace 35 años, pero promete emerger como en sus años más explosivos, reavivado por la batalla entre el danés Jonas Vingegaard y el esloveno Tadej Pogacar, que comienzan a forjar una rivalidad históricaque se dispone a superar la reválida del Puy de Dôme.
La mítica cima de Auvernia, de categoría especial, es un puerto diferente que alimenta su leyenda en la dureza de sus rampas, pero también en el misterio que encierra el lugar.
Incluido en la lista de Patrimonio de la Unesco desde 2018, el lugar se beneficia de una protección especial desde finales de los años 80 y por eso el Tour apenas se adentra en la carretera de caracol que asciende a su cráter durmiente.
De forma excepcional lo hará en la novena etapa de esta edición, que saldrá de Saint-Léonard-de-Noblat, la ciudad donde residía Raymond Poulidor, y que culminará en su cúpula, a 1.415 metros, tras recorre 182,4 kilómetros.
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Todos los ojos estarán puestos en los últimos 13, pero sobre todo en los cuatro finales, un auténtico muro que se cierne en paralelo a una vía férrea, la única forma que existe de subir a la cumbre, lo que limita el turismo y preserva el lugar.
El Puy de Dôme es así un santuario que ningún corredor conoce, aunque de forma excepcional se autorizaron los reconocimientos el pasado 2 de junio.
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Vingegaard quedó impresionado y aseguró que nunca había afrontada "unas pendientes tan duras", mientras que Pogacar no pudo viajar porque se recuperaba de la lesión de muñeca que sufrió en la Lieja-Bastona-Lieja.
"Será una experiencia nueva para todos, estoy seguro que se romperá de nuevo la carrera", aseguró el esloveno.
Tras ellos, otras batallas, como la que protagonizarán el australiano Jai Hindley y el español Carlos Rodríguez, separados por 1.56 minutos y que cruzarán sus sables en este puerto que cierra la primera semana de competición.
Pero el mundo aguarda el cara a cara entre Vingegaard y Pogacar, que promete revivir un nuevo capítulo de los muchos que ya han firmado en las últimas tres ediciones. Los antecedentes son prometedores, porque en la primera semana de este Tour no han desperdiciado un metro proclive a la batalla para atacar a su rival.
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El volcán de Auvernia es un campo de batalla de excepción. Los nueve primeros kilómetros, que conducen al pie del muro final, se suben por la carretera más escarpada de las dos que existen, pero los porcentajes son bajos.
Esa zona es de libre. Ahí pueden subir los turistas sin problemas y ahí los corredores escucharán el clamor del público.
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Un duelo sin público
Pero al llegar al aparcamiento una barrera se abrirá hacia un mundo desconocido que subirán en el silencio del volcán, sin espectadores, que tendrán prohibido el acceso, que solo podrán tomar unos cuantos coches de la organización.
Los asistentes de los equipos podrán subir en bici o a pie y las averías mecánicas tendrán duras consecuencias porque no será fácil obtener asistencia.
La vigilancia será extrema, incluso con el uso de drones térmicos para detectar a los audaces que quieran ganar la carretera escondiéndose en los recovecos del bosque.
Las autoridades locales no quieren que el bullicio del Tour rompa el frágil equilibrio de una montaña que da nombre a un departamento y que se yergue como una figura reconocible del relieve francés. Era la condición que pusieron para permitir que, de nuevo, su nombre escriba una página de la historia de la carrera.
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Una calzada de apenas 3,5 metros, de asfalto recién reformado, bordea la montaña hasta una cima que el Tour solo ha alcanzado en trece ocasiones, pero que siempre ha dejado una huella en la historia de la carrera.
Desde el triunfo de Fausto Coppi en 1952 y el del español Federico Martín Bahamontes siete años más tarde, el volcán ha visto gestas y desfallecimientos que siguen en la mente de los aficionados.
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El español Luis Ocaña puso al límite al belga Eddy Merckx en los 70 y firmó dos triunfos en la cima del volcán, el último hace 50 años, cuando acabó de amarillo en París.
Dos veces se impuso también el neerlandés Joop Zoetemelk, mientras que el español Ángel Arroyo ganó la cronoescalada de 1983 y el danés Johnny Weltz fue el último vencedor en el año en el que Pedro Delgado se hizo con la victoria final.
Pero de todas las gestas, quizá la más legendaria sea la batalla entre Jacques Anquetil y Poulidor en 1964. Mientras el español Julio Jiménez conseguía la victoria de etapa, los dos franceses protagonizaban un duelo por la general en el que "Poupou" se imponía con 42 segundos, insuficientes para arrebatar al normando el maillot amarillo que acabó vistiendo en el podio final por quinto año.
Ahora, no son pocos los que comparan el carisma de Poulidor con el de Pogacar y la frialdad de Anquetil con la sobriedad de Vingegaard. El Puy de Dôme aguarda paciente para dar certificado de legendaria a esa nueva rivalidad.
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Etapa 9: Saint-Léonard-de-Noblat - Puy de Dôme, 182,4 km
Montaña:
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Cota de Felletin (4a), 2,1 km al 5,2 %, a 107,6 de meta
Cota de Pontcharraud (4a), 3,3 km al 5,3 %, a 96,7 de meta
Cota de Pontaumur (3a), 3,3 km al 5,3 %, a 56,2 de meta
Puy de Dôme (Especial), 13,3 km al 7,7 %, en meta. EFE
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Hora y dónde ver la etapa 9 del Tour de Francia 2023
Día: domingo 9 de julio.
Inicio de transmisión señal HD2 Caracol TV y el portal web de Caracol Sports (https://sports.caracoltv.com/deportes-en-vivo
): 7:15 a.m.
Inicio de transmisión Caracol TV señal principal: 7:15 a.m.