Sufrimiento. Todo en Santa Fe parece masoquismo. Nada es fácil, pero por eso mismo la recompensa es más gratificante. Afición. Los hinchas vivieron una fiesta inolvidable en la final. Hubo llanto y desahogo. Ojalá el título renueve a los seguidores santafereños. Nivel. La séptima conquista cardenal se logró a la medida del torneo colombiano. Más allá de los nervios del partido y la tensión propia de la cita, el juego fue de un discreto nivel, sobre todo en el segundo tiempo. Técnico. Wilson Gutiérrez ganó a pulso su propio enfrentamiento. Aguantó la tormenta cuando muchos ya lo veían ahogado y con humildad cumplió el objetivo. Hijo de la casa, merece mil aplausos. Antídoto. La continuidad del entrenador, respaldada por el presidente César Pastrana, puede ser el gran quid del título de Santa Fe. A partir de la confianza y el respaldo al cuerpo técnico, se afianzó la unión del grupo y eso, tal como lo reconocieron los jugadores, fue fundamental para conseguir la estrella. Fe. Eso es el primer campeón colombiano. Ejemplo. El cuadro cardenal deja como lecciones que es bueno apostar a la casa, evitar el afán y trabajar con decisión. En el camino quedaron atrás jugadores como Preciado, Galván, Agustín Julio, técnicos de todo tipo y sólo ahora se disfruta el título. Aprendidos los errores, no pasarán otros 37 años sin una nueva celebración cardenal. Compromiso. Los futbolistas deben aprender que además de trabajar por dinero juegan por el sentimiento ajeno. Santa Fe ganó y siempre estuvo pendiente de hacerle un reconocimiento a la afición. De eso se trata. Ambición. Después de la gesta local hay que pensar en un título internacional. La séptima estrella ya es hecho del pasado. Maltrato. Es entendible que los directivos de Santa Fe subieran los precios de la boletería para la final, pero no en tan exageradas proporciones. Al buen hincha hay que consentirlo, no castigarlo. Puntos. 47 puntos de 78 posibles logró Santa Fe en esta campaña. Perdió tres partidos de los 26 que disputó. Fue el equipo más goleador (41) y el de mejor diferencia de gol (+15). Eso sí, Tolima fue segundo en la tabla de reclasificación con un punto menos que Santa Fe y con dos partidos menos jugados. Nuestro campeonato no alaba la justicia. El Campín. El estadio bogotano fue el fortín santafereño en este torneo. No se contaron derrotas en casa y en la final las tribunas lucieron espectaculares. Ómar Pérez. “Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias”, dijo alguna vez Gabriel García Márquez. El argentino puede ser fácilmente uno de ellos, a pesar de que en la final jugó mal. El reconocimiento también llega para Camilo Vargas (seguridad en el arco durante todo el torneo), Gerardo Bedoya (ímpetu en la media cancha) y Diego Aroldo Cabrera (desequilibrante en los cuadrangulares). Necesidad. Así se veía la séptima estrella para Santa Fe, como una verdadera necesidad. Es tiempo de celebrar y sacar de las entrañas el grito de campeón. Bien dice el adagio que hay que aprovechar al máximo los momentos, antes de que se conviertan en recuerdos. Video celebración en las tribunas tras el pitazo final [youtube]http://www.youtube.com/watch?v=DFb71meTCec&feature=youtube_gdata_player[/youtube] En Twitter: @javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:44 p. m.