Según la prensa deportiva peruana, Cubilla tuvo que abandonar la ciudad de Huancayo, a unos 310 kilómetros de Lima, a pesar de que en un primer momento había asegurado que no iba a renunciar al equipo.
Al explicar la escandalosa goleada, el entrenador dijo el viernes pasado que no fue su responsabilidad porque había encontrado "un equipo armado" por el presidente del club, Édgar Araníbar.
Sin embargo, las amenazas de muerte obligaron a que la policía interviniera el fin de semana para darle protección y luego le recomendara abandonar esa ciudad del centro del país, ubicada a unos 3.200 metros sobre el nivel del mar.
Cubilla arribó el domingo a Lima y hoy debe partir de regreso a su país tras reunirse con Araníbar, quien ya ha designado al entrenador peruano Roberto Mosquera en su reemplazo.
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"Yo agarro un fierro caliente y empieza una nueva etapa. Conmigo no va a pasar lo del técnico anterior, que me hagan el equipo, porque he puesto mis condiciones a los dirigentes", declaró Mosquera.
Aunque han reconocido que tiene la moral, literalmente, por los suelos, los jugadores del Huancayo también han asegurado que buscarán lavar en parte su imagen con una victoria contundente sobre el Defensor Sporting en el partido de vuelta que jugarán el miércoles 22.
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