Tras una campaña de ensueño con la que pretende desquitarse ante el Sevilla de aquella debacle. Erigido ya en campeón de Liga -a falta aún de dos partidos- y finalista de la Copa de Portugal y la Copa de la Liga, los lisboetas aspiran ahora a cuatro títulos convertidos en un conjunto menos espectacular pero más sólido y fiable, capaz de desplegar buen fútbol y sufrir al mismo tiempo.
El 0-0 arrancado en Delle Alpi, frente a un Juventus claramente favorito y que jugaba con el aliciente de disputar la final en su estadio, fue un fiel reflejo de lo que son ahora los ‘encarnados'.
Liderado por el joven portero esloveno Oblak -la última sensación en el seno de las ‘águilas'-, el Benfica fue capaz de aguantar el marcador con diez jugadores durante 25 minutos por la expulsión del argentino Enzo Pérez e incluso con apenas nueve futbolistas durante el descuento por una herida en la cara de Ezequiel Garay.
Nada que ver con la desdicha vivida en el tramo final de la temporada 2012-2013. En el Oporto-Benfica de la penúltima jornada liguera, un gol en el descuento del joven mediapunta brasileño Kelvin colocó el 2-1 en el marcador y provocó que los lisboetas perdiesen la primera posición y, a la postre, el título.
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En la final de la Copa de Portugal, el Vitória de Guimaraes sorprendió a todos al imponerse a los lisboetas por 2-1, con dos tantos en el minuto 80 y el 82.
Un guion muy similar he idéntico resultado se repitió en la final de la pasada edición de la Liga Europa, contra el todopoderoso Chelsea. En el 93, un tanto de cabeza del serbio Branislav Ivanovic echó por tierra el mejor juego desplegado por el emblema portugués.
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En Lisboa se confía ahora en superar ante el Sevilla la maldición que le persigue desde hace 52 años, cuando el húngaro Béla Guttman, su entrenador, pronunció las palabras fatídicas antes de dejar el cargo: "El Benfica no volverá a ser campeón europeo sin mí. Me voy".
Para las ‘águilas' ésta será su octava final continental desde entonces, la octava oportunidad de redimirse después de siete derrotas consecutivas.
La fortaleza como equipo de los lisboetas fue puesta a prueba en el mercado de invierno, con la salida de su mejor jugador, el serbio Nemanja Matic, con dirección al Chelsea inglés por 25 millones de euros.
La marcha del centrocampista, capaz de asumir el rol de destructor del juego rival y a la vez ser clave en el proceso de creación, ha sido suplida con éxito por su compatriota Fejsa, gracias en parte también al paso adelante dado por el argentino Enzo Pérez, ahora "cerebro" de los lusos.
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Precisamente la de Enzo Pérez es a priori la baja más sensible en el esquema del entrenador Jorge Jesús de cara a la final de la Liga Europa, después de su expulsión por doble amarilla contra la Juventus. El joven André Gomes se perfila como su sustituto.
También importantes serán las ausencias de sus dos futbolistas más desequilibrantes: Eduardo "Toto" Salvio y el serbio Markovic, aunque el argentino Gaitán y el serbio Sulejmani han mostrado ser jugadores de calidad.
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La explosión del delantero hispano-brasileño Rodrigo, los goles de Lima y la seguridad en el eje central de la dupla formada por el brasileño Luisao y el argentino Garay son la base del engranaje montado por el técnico de las "águilas".
Después de enamorar a Portugal y a Europa con su fútbol la pasada campaña, Jorge Jesús ha optado por conformar este año un equipo más competitivo y resolutivo en las áreas con el propósito de encontrar la redención.
Así espera devolver la confianza depositada en él por los dirigentes del club incluso en los peores momentos, como en junio de 2013, cuando fue renovado pese a las innumerables voces que pedían su cabeza por la sequía de títulos.