Nací el 7 de agosto de 1989 y desde que tengo uso de razón me tocó ver a un Maradona gordo que se retiraba del fútbol. Tenía un rayo dorado en su cabeza que combinaba con la banda dorada de la camiseta de Boca, equipo en el que se retiró. Ese Maradona no fue trascendental para mis recuerdos. Luego vinieron los documentales, crónicas y videos sobre el 'Pelusa', el mejor de la década de los 80, el que asumió más que un simple partido de fútbol enfrentar a Inglaterra; toda una razón social y política, hermoso asumir un juego de esa manera, sencillamente admirable. Pero vino lo sucio, lo feo de su carrera, lo que algunos llaman "avión" y para otros, y me incluyo, trampa. Quedó para la posteridad "la mano de dios". Lo que hizo con la mano lo borró con los pies y de qué manera. El mejor gol de la historia de los mundiales para muchos, una venganza por las Malvinas, genio en su momento, ahora es un bocón, lamentable. La historia no terminó ahí. En Italia 90 Argentina eliminó a Brasil del Mundial con una asistencia de Maradona a Caniggia, pero minutos antes los brasileños bebieron agua con vomitivo. Años después, Diego se sentía orgulloso por la mala jugada que le hicieron a sus rivales y se burlaba del mareo que sintieron los futbolistas de la ‘canarinha’ en aquel encuentro de octavos de final. Ese fue el Maradona que me tocó conocer, no el que una generación vio y se emocionaban con sus jugadas. Mi generación lo vio en decadencia; los primeros recuerdos eran de un Maradona que salía por la puerta de atrás del Mundial de 1994. Mi ídolo, Zinedine Zidane, terminó su carrera deportiva con un cabezazo al italiano Materazzi en la final del Mundial de Alemania 2006 y dejó la imagen estampada en mis recuerdos: el ‘10’ al lado de la Copa del Mundo alejándose hacia los camerinos. Zidane lo pagó, no cerró su grandiosa carrera con la Copa del Mundo por segunda vez. A Maradona todo se lo perdonaban, pero ahora no porque simplemente es un bocón que ya no juega a la pelota. Pero su cinismo y grosería no se le criticó en su época de jugador. Quienes lo idolatran lo ven como un dios y lo ven muy bien: un ser al que se le justifica lo malo y lo bueno. ¡Ven! como un dios que no tiene ni ley ni orden. No soy maradoniano, para mí no es el mejor de la historia porque para serlo no había necesidad de dar fe de la existencia de dios con su mano, porque para serlo le sobraba dar positivo por doping en el 94 así haya reclamado que le cortaron sus piernas. Este Maradona, el que le pega a su novia, al camarógrafo, al que sea porque no está de acuerdo con él, el que critica a los dirigentes de fútbol, pero que es un títere de los políticos es el fiel reflejo del Maradona que acudió a lo ilegal dentro del fútbol para sacar ventajas sobre sus rivales; ese, para muchos de nosotros no es un ídolo, no fue el mejor de la historia. Jhon Álvaro Clavijo / Twitter: @siperohoyno
Actualizado: enero 25, 2017 11:58 a. m.