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En los años 60, el fútbol español contó con falsos jugadores argentinos

En aquella época llegaron a España varios deportistas de procedencia paraguaya que falsificaron sus documentos y se hicieron pasar por ‘gauchos’. Esto se conoció como el “timo de los paraguayos”.

Aquella masiva llegada de futbolistas sudamericanos estuvo marcada por los incumplimientos de la normativa en España, en especial desde Paraguay, donde era más fácil camuflar la identidad de un jugador que en Argentina o Uruguay.

Así lo confirma un estudio del investigador José Ignacio Corcuera, titulado "El timo de los paraguayos" y publicado en el boletín del Centro de Investigación e Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE), representante en España de la "International Federation of Football and Stadistics" (IFFHS).

Parte de los que llegaron eran paraguayos sin serlo. Es el caso de Mario Jacquet, quien, según el especialista, "no era ni paraguayo, ni oriundo" o de Ramón Aguirre Suárez, que triunfó en Argentina y que no había nacido en Cué (Paraguay), sino en Tucumán (Argentina), hasta el punto de ser conocido como el Tucumano.

Según Corcuera, cerca de cincuenta argentinos llegaron a España de esa forma, ya que en Paraguay, por mil dólares de la época, "se libraban documentos de procedencia con todos los sellos y timbres legales".

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Desde el fracaso en el Mundial de Chile de 1962, en el que jugaron con España futbolistas no nacidos en el país como Alfredo di Stéfano, Ferenc Puskas o José Emilio Santamaría, hasta mitad de los años setenta, estuvo cerrado el acceso a los jugadores extranjeros, pero la llegada de oriundos fue masiva.

A mitad de los sesenta empezaron a aparecer algunos que iban a ser importantes en sus clubes españoles como "Casco, Anastasio Jara, Juan Carlos Rojas, Miguel Pérez, Fleitas, Acosta, Benegas, Jacquet, Toñanez, Pedro Fernández, Aníbal Pérez...".

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Para jugar en España había dos requisitos: ser descendientes de españoles y no haber sido internacionales en el país de procedencia.

Las posibilidades de contratar a jugadores de calidad que no cumplían la norma, señala Corcuera, "apuntalaron el nuevo y floreciente negocio", que "se olfateó desde ambos lados del Atlántico", ya que "falsificar documentaciones estaba casi al alcance de cualquiera".

Paraguay, "al abrigo de una burocracia corrupta, expedía certificados y partidas de nacimiento casi a medida. Pronto, de este modo, cobró cuerpo la figura del futbolista recién llegado de Asunción o Buenos Aires que, según el chiste, en su primera comparecencia pública presumía de sangre española con un abuelo nacido en Celta de Vigo o una abuela bautizada en Hércules de Alicante".

En su trabajo, desvela que Severiano Irala afirmó públicamente al llegar a España en 1969 que había jugado dos veces con su selección. Ante la observación periodística de que los internacionales por otros países no podían jugar en España, ratificó: "Pues he jugado. Como otros".

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Los clubes vascos de la Liga, el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad, denunciaron las irregularidades y demostraron algunas falsificaciones.

Aunque se probó que habían sido internacionales, Fleitas y Aníbal pudieron seguir en España con la condición de no cambiar de club, pero, por ejemplo, se frustró la llegada de hombres como Héctor Ramón Ponce o Carlos García Cambón.

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Oriundos como Rubén Cano, José Luis Touriño, Óscar Rubén Valdez o Roberto Martínez fueron internacionales con España y el brasileño Heraldo Bezerra españolizó su apellido con una "c" para ser Becerra.

Según Corcuera, un pacto entre la FIFA y la Federación Española de Fútbol, puso un parche al problema ya en los años setenta: Valdez y Roberto Martínez no volvieron a ser internacionales.

Entre los afectados de una u otra forma por este asunto también estuvieron Cos, argentino que también llegó como paraguayo, Miguel Ángel Adorno, Rodolfo Vilanova, Eduardo Anzarda, Víctor Juárez, Carlos Diarte, que encontró en Martínez un primer apellido que españolizaba su origen, o Crispín Maciel, que eligió el de García.

En aquel proceso no faltaron ni las denuncias, ni los detectives privados españoles que viajaron a Sudamérica a investigar, ni el descubrimiento de sobornos, ni los intentos de vender información.

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En 1974, se reabrieron las puertas a los extranjeros en España, en parte para resolver esas irregularidades, y los jugadores sudamericanos empezaron a llegar a la Liga mayoritariamente como foráneos.

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