Todo por Junior de Barranquilla; fieles en la riqueza y en la pobreza, en la casa y en el Metro
Ellos han cumplido su promesa de fidelidad por 35 años. Es un amor tan sincero que felices aceptan la presencia de un tercero al que aman con toda la pasión con la que han vivido su matrimonio.
Jairo y Constanza nacieron en Cartagena. Es Real, ambos olvidaron a su primer amor en el fútbol cuando sintieron las primeras oleadas que traían consigo un tiburón. Fue amor a primera vista. De hecho, le dieron el sí cuando lo vieron venir con esas rayas rojas y blancas, que, si parecían barrotes, para ellos era la manera de mantenerse presos en un cariño, en una pasión que deseaban que los envolviera, que se convirtiera en la piel para la cita de cada semana. Esos colores tenían para ellos una combinación de sensaciones; el escudo un corazón que les hacía latir la creatividad.
También se casaron con Junior y han sido 35 años juntos en la alegría de los buenos resultados y en la tristeza de las derrotas. El día más feliz es cuando juega Junior en Barranquilla, porque trabajan una semana la preparación del atuendo.
Constanza no tiene problema en confesar cómo se despertaron las ideas para el partido frente al Tolima: “yo estoy acostada y estamos los dos y de pronto, yo le digo amor tal cosa, ya, ya se me iluminó y siempre hacemos así”. Y así nació la idea de vestirse de duendes, porque sabían que iba a ser una noche mágica.
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Salieron de casa vestidos con la camiseta roja y blanca, pero esta vez con el predominio del verde que pintaba sus gorros y una barba tupida y extensa como su fe. No olvidaron el trébol de la suerte y ese fue el que iluminó una noche que se resolvió con un gol agónico del argentino Olivera. Reconocen que fue un grito con sentimiento, pero también cargado de las sensaciones de su propia victoria, esa que gritó como un gol que dejó sin reacción las críticas o las burlas por vivir de esta forma los partidos de su equipo.
En la felicidad y en la tristeza
En el sofá más grande de la sala posaron para una fotografía que es una imagen cotidiana en casa. El tiburón siempre está sentado allí, es un puesto privilegiado, solo que esta vez, como muchas veces, se abrazaron en familia. Es tan real que no muerde. Jairo y Constanza lo rodean con sus brazos y él muestra una sonrisa con una fila de dientes que ríe a carcajadas su felicidad.
Jairo y Constanza Junior - Foto:
Carlos Toncel
Y no es para menos. Cada partido es una salida segura a visitar a los hermanos de pasión. Él siempre viste la camisa de rayas rojas y blancas, Jairo también. Pero hay momentos en los que Constanza saca a relucir unas habilidades -que no sabía que tenía-. Ella reconoce que cuando estudiaba a duras penas hacía una cartelera, pero hoy impulsada por ese amor dibuja el sentimiento por Junior, lo escribe en una pancarta o se viste con su ingenio.
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Muchas veces el vestuario con el que va al estadio se lleva los aplausos; también las fotografías. Asegura que cada atuendo lo viste pensando en los niños, como la vez en que personificó a Campanita. Pero en algunas oportunidades la han maltratado algunas personas con sus comentarios: “me dicen que estoy loca o que si no me da pena lo que hago”
Te entrego este anillo como símbolo de mi amor eterno
A Constanza le vino como anillo al dedo el compromiso de Jairo. Él no deja hundir ese barco del apoyo al tiburón.
“Si consigue un disfraz de sirena, me dice que a la sirena le hace falta un pirata y me ha tocado”, asegura Jairo.
Aunque Constanza reconoce que ha habido momentos difíciles, o, mejor dicho, disfraces difíciles. Entonces, me dice “mi amor, yo te amo mucho, pero…” y ella le riposta diciéndole que los niños son felices… “y, me dice: “ya me jodiste” y entonces se lo pone, asegura con una carcajada, que de inmediato tiene una total aceptación de Jairo, que ya perdió la cuenta de los personajes de los que se ha vestido.
Junior de Barranquilla
Carlos Toncel
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Entre los dos han hecho de su casa un museo. Hay una miniatura del bus, una réplica de la Aleta del Tiburón y un cuarto habitado por el mundo Junior. La cama también duerme el sueño rojiblanco y una de las paredes de la vivienda reconstruye con fotografías con los jugadores muchos momentos representativos.
Las bodas de coral
Las bodas de coral simbolizan una relación sólida y duradera y se celebran a los 35 años de casados. En ellos también ha sido importante la confianza. El tiburón sabe que en un ‘marranito’ de barro Constanza ahorra todos los días para convertir en realidad las ideas. Esas ideas han fortalecido el matrimonio. Jairo aporta más allá de su decisión, aunque reconoce que ‘la mona’ -como le dice- no deja de sorprenderlo con sus creaciones.
El 24 de diciembre celebrarán los 35 años de casados y ya tienen listo el muñeco del pastel. Uno en el que la pareja se ve feliz. Él vestido con la camiseta del Junior con un pantalón negro para respetar la etiqueta. Ella de un elegante blanco en el que resalta el escudo del Junior. La pelota no puede faltar y tampoco el verde de la grama.
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Jairo no duda en decir que el Junior ha sido motivo de unión matrimonial, porque sus hijos han compartido con ellos esta pasión. Tanto, que en el matrimonio de su hija la camiseta rojiblanca hizo parte de la etiqueta.
El de Jairo, Constanza y el tiburón es un matrimonio feliz. Está a prueba de momentos difíciles y de derrotas en el campo. Van juntos al estadio. Llegan felices y vuelven felices sin importar el resultado, porque en casa los esperan más evidencias de que en el partido de sus corazones, siempre ha ganado el amor.