El internacional alemán fue condenado por la Audiencia Provincial de Múnich a pagarle 300.000 euros a un agente inmobiliario que le había servido de intermediario para comprar una casa en el muniqués barrio de Grünwald.
Boateng se había negado a pagar esa cantidad alegando que había entendido que el agente le había servido de intermediario por amistad.
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Sin embargo, el tribunal consideró que Boateng era consciente de que había cerrado un contrato con el agente como lo demuestran diversas comunicaciones por whatsapp.
El hijo de Boateng y el hijo del agente visitan la misma guardería.