Hoy es fácil hablar de deporte y unidad nacional. Desde los 80 nos hemos rotado la excusa para sentirnos nación con la Selección Colombia, los héroes del ciclismo (de Lucho Herrera para abajo), Edgar Rentería, Juan Pablo Montoya, María Isable Urrutia encabezando a los pesistas, Camilo Villegas, los patinadores, Mariana Pajón y demás glorias que hicieron que todo este país ultraregionalista y enemigo de sí mismo se uniera por el orgullo de sentirse representado por alguien absolutamente destacable. Pero el primer colombiano que nos dio un motivo para que Colombia importara más que nuestra respectiva región fue Antonio Cervantes. Hoy, 40 años después de que 'Kid Pambelé' lograra el primer título mundial de boxeo para el país, como fanático del boxeo y admirador de su gloria no puedo evitar recuperar este texto que publiqué hace varios años en el Diario Deportivo, cuando tuve el honor y el trauma de conocer al más grande, al más golpeado, al más triste, a Pambelé... Pambelé no te mira a los ojos cuando habla. Es más, poco habla y, cuando lo hace, repite insistentemente: "Yo voy pa'lante hermano, pa'lante". Pero es difícil creerle y más cuando en el mercado circula un libro de Alberto Salcedo que cuenta toda su gloria y su decadencia, y ahora el propio Antonio Cervantes está promocionando otra publicación sobre su lucha contra el alcoholismo y la drogadicción. Verlo ahí, flaquísimo, tembloroso por el Parkinson, distante y tratando de concentrarse, le rompe a uno el alma como aficionado del boxeo; más cuando había tanta emoción por conocerlo. Sí, búrlese, pero cuando supe que 'Kid Pambelé', el primer campeón mundial que tuvo Colombia iba a visitar el DIARIO DEPORTIVO, me emocioné. A mí no me importaba su mala fama, sus escándalos, sus problemas con el ron y la cocaína; a mí lo único que me importaba es que, como lo dice Salcedo, en un momento de nuestra historia él fue el hombre más importante de Colombia; el primero en mostrar que sí se puede alcanzar un sueño, que la gloria es posible. Por eso era importante para mí estrechar su mano, porque yo era de los que trasnochaba a los seis años por ver pelear al 'Happy' Lora; tanto así, que siendo adolescente me tocó botar una camiseta blanca que en letras del tricolor patrio decían: "¡Dale Happy!". A la pobre ya no le cabía un hueco más y a mí la franela de infancia ya no me entraba... Muchos creen que el boxeo es una salvajada; yo no. Yo soy de los que cree en la mística guerrera de dos hombres peleando por su futuro y por la gloria en un cuadrilatero, y por eso siempre respetaré a esos atletas que han tratado de sacar a su familia adelante a costa de su integridad física. Pero ese boxeo, mi boxeo, el del viejo Pambelé, el de 'Rocky' Valdez, el de Alí, el de Leonard, ha muerto. Le aplicaron la extremaunción en los 90 cuando la posibilidad del concepto de 'campeón mundial' dejó de existir por las ventajas lucrativas de uno de los deportes más populares del mundo. Antes los campeones eran sólo dos en cada categoría, uno por la AMB (Asociación Mundial de Boxeo) y otro por la CMB (Consejo Mundial de Boxeo), y la unificación era algo de dimensiones enormes pues en verdad se definía el campeón mundial. Hoy el alfabeto de agremiaciones es eterno pues existen la FIB, OMB, IBO, WBU, WBF, WBB... cada una con un campeón en una de las 17 categorías, por lo que el prestigio de poseer un título se ha diluido. Ya no hay un verdadero 'Campeón Mundial', ahora todo es plata... Eso es triste, pero es más triste ver que el deporte que más títulos le ha dado a Colombia pasa por un momento de crisis en el país. Los últimos grandes campeones que tuvimos fueron Irene 'Mambaco' Pacheco en Mosca y Daniel Reyes en Mini-Mosca, pero poco reconocidos fueron en el país en buena medida porque la gente ya no respeta al boxeo. Incluso el propio Pambelé me confesó que no tiene ni idea en qué está nuestro pugilato: "Yo no le paro bolas a eso". Lo más triste de todo es que hay talento. Los rankings de las principales asociaciones están llenos de colombiano, hace poco pudimos ver cómo en Argentina José 'La pantera' Herrera le daba una paliza a Jorge 'Locomotora' Castro, ídolo en ese país, y el 'Mambaco' ahora es el campeón latino de la FIB en Gallo. Pero a pesar de eso, el deporte de titanes está en su mala hora. Se puede decir, tristemente, que la realidad del boxeo colombiano se ve cuando uno mira el presente de las grandes glorias nacionales: El 'Happy' y Bassa han salido en realities sin mucha fortuna y con algo de ridículo. Yo, que me uní al sufrimiento nacional que significaba ver en el ring a Fidel en los 80 (pues todas sus peleas eran un parto), sentí que algo por dentro se me rompió cuando lo vi vestido de chino en 'Bailando por un sueño'. Pero la mayor analogía entre una vieja gloria y el boxeo colombiano actual, y no pude dejar de pensar en eso mientras trataba de hablar con él y no le sacaba más que una frase suelta, una confesión de ningún arrepentimiento y una promesa de que va "pa´lante hermano, pa´lante", es Pambelé. Antonio Cervantes está deshecho a pesar de afirmar que hace cinco meses no consume una gota de licor. Uno espera que ahora sí se recupere definitivamente, que la mala hora la deje atrás, que retome la lucidez que lo llevó a pronunciar una de las frases más famosas del país ("Es mejor ser rico que pobre"); pero al tenerlo en frente y ver la debilidad de esas manos que alguna vez causaron terror en el peso Welter y esa mirada perdida en recuerdos confusos de una gloria noqueada, es casi imposible tenerle fe. (Publicado en el Diario Deportivo el 4 de mayo de 2006) También hablo de boxeo en Twitter: @PinoCalad
Actualizado: enero 25, 2017 12:09 p. m.