La clausura se inició con un momento especial de la mitología indígena colombiana en la que, envueltos en una suerte de eclipse, se recreó un acto de amor entre el dios sol (Xué) y la diosa luna (Chía) que termina con la fecundación de la tierra.
Una noche especial a la que bautizaron con la palabra Za (que en lengua muisca significa noche), y en la que se rindió un homenaje por parte de artistas encargados de contar una historia en la que se mezcló la mitología y la realidad con ayuda de recursos de alta tecnología.
Los muiscas o chibchas son un pueblo indígena que habitó el centro del país.
El acto de clausura presentó imágenes en tercera dimensión que proyectaron sobre la cancha del estadio El Campín, de Bogotá, los nombres de cada una de las selecciones que participaron en el mundial y al final un Colombia inmenso que se ganó el aplauso de los más de 40.000 espectadores que colmaron los graderíos.
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Los fuegos pirotécnicos fueron la constante de la ceremonia y las luces de todos los colores, aunque destacaron el amarillo, el azul y el rojo de la bandera colombiana.
Se escuchó entonces la música del grupo musical colombiano "Chocquibtown" que ya fue nominado a los premios Grammy.
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Aparecieron además malabaristas con un balón de fútbol.
Los artistas que pertenecen al Festival Iberoamericano de Teatro formaron también la palabra Goool con sus cuerpos, mientras una gigantesca representación de la Copa Mundial que se le entregará al campeón apareció en el aire acompañada por nuevos juegos de luces y de hombres que formaban estrellas en medio de un gran universo.
Un total de 15 toneladas de luces y cerca de 500 artistas formaron parte del gran espectáculo dirigido por Pedro Salazar.
Unos 1.500 policías vigilaron la ceremonia.
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