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Tapar el sol con un dedo

Ver hoy un partido de Independiente puede ser motivo de bostezo, preocupación o ira según de quién se trate. En mi caso, que no siento nada por el Rojo, me sorprendo y tengo que tener una taza de café al lado para no caer dormido. Sin embargo, pienso en aquellos amigos que toda su vida se jactaron de ser hinchas del ‘rey de copas’ y que hoy tienen que aguantarse las burlas de la multitud futbolera de Argentina. Su equipo parece ser uno más del torneo de la Primera B Nacional. En teoría lo es. Pero el trasfondo y la historia de Independiente obligan a un análisis más profundo. Lo que se ha podido observar en cuatro fechas jugadas es lo mismo que vimos el torneo anterior. Miedo e insipidez. Los jugadores de Independiente parecen asustados todo el tiempo. Tener enfrente a Boca o River les da exactamente lo mismo que ver en el otro lado de la cancha una camiseta de Aldosivi o Brown de Adrogué. El problema no es el rival. El problema son ellos mismos. Con esa actitud, el descenso era una cuestión natural e impajaritable. Cuando sucedió muchos imaginaron que era algo que iba a hacer reaccionar a todos los miembros del plantel. No fue así. A pesar de que varios tomaron la decisión de irse, hay algunos del semestre anterior que aún tienen como casa el estadio Libertadores de América. Esos mismos hombres, tiene un nuevo líder hace apenas una semana. Omar De Felippe, un técnico ganador en la B y conocedor de esa categoría, llegó al Rojo a dar una mano y a tratar de paliar la situación que vive. "No prometo magia; sí, trabajo diario para sacar de esto al club" , declaró en su presentación en conferencia de prensa. Este flamante entrenador tendrá que fungir más de psicólogo que de estratega. Independiente necesita despertarse de ese letargo anímico en el que lleva más de un año. Al parecer, todos los jugadores del equipo están en estado de shock. Antes, porque estaban al borde del abismo, ahora, porque finalmente cayeron. La cabeza de los futbolistas del siete veces campeón de América está desguazada. De su fútbol, ni hablar. Hoy, para Independiente, hacer un gol es una hazaña. Que no le marquen es otra. No es normal que al final de un partido de la B, la figura del club grande sea el arquero. Eso sin mencionar que el equipo perdió, cosa que le sucedió al Rojo en Tucumán en la cuarta fecha del campeonato. Sin embargo, lo que sucede en la cancha, como en todos los clubes de Argentina, es un reflejo de lo que pasa en el seno de la institución. Confusión, inseguridad y deuda son las tres palabras que mejor definen a Independiente a nivel general. Mientras que durante la actual dirigencia han pasado tres técnicos en 20 meses, todavía es difícil saber lo que se pretende y hacia dónde apuntan. También se ha evidenciado la falta de claridad a la hora de reforzar. Basta con recordar los casos de Dorlan Pabón y Juan Fernando Caicedo. El primero fue anunciado por Javier Cantero como refuerzo en la tarde y el mismo jugador lo desmintió categóricamente por la noche. El segundo fue traído como salvador sin siquiera conocerlo. La inseguridad que se ve en las esferas de arriba del club se transmite en los imprecisos pases de los jugadores en el campo de juego. A través de los reclamos de la oposición, los ataques de los barras y la renuncia constante de dirigentes del oficialismo se podría explicar la catástrofe futbolística del cuadro de Avellaneda. Lo situación con la deuda es similar. La ídem económica que el club tiene con ex empleados (técnicos, jugadores) y empresas patrocinadoras es la misma que los futbolistas tienen con la hinchada. Hace mucho tiempo que los amantes del Rojo no salen con una sonrisa del estadio. Ahora, De Felippe, un ex combatiente de la Guerra de las Malvinas , tiene la misión de tapar el sol con un dedo. Independiente está en zona de descenso de la Primera B Nacional. Necesita un héroe. Todos esperan que ese mismo que defendió la patria hace 31 años con armas, haga respetar el escudo del equipo de Avellaneda con triunfos y un ascenso que lo vuelva a poner en el lugar que históricamente le ha pertenecido. Pablo Ríos González Seguir a @pabloriosg

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