Caro peaje el que paga el Arsenal a cuatro días de la final de la Carling Cup ante el Birmingham. Comenzó fuerte, mandando. Imponiendo un estilo y prometiendo un partido brillante que bajó su nivel por los incidentes de Cesc y Walcott.
Curiosamente de los dos nació la primera acción, a los dos minutos. Un pase del centrocampista español al desmarque de Walcott le dejó solo ante la portería rival, y su disparo lo repelió el palo.
A los ocho minutos llegó el gol del partido. Un saque de esquina lo mató con el pecho en el segundo palo el gigantón danés Nicklas Bendtner, que con la pierna derecha puso el balón en la cabeza de Squillaci, que remachó a la red.
Pintaba fiesta en el Emirates pero llegó la accidentada jugada en la que Cesc sufrió una lesión muscular. Intentó seguir unos minutos pero rápidamente Arsene Wenger, consciente de la final de la Curling y la vuelta de octavos de Liga de Campeones ante el Barcelona, le sustituyó por Andréi Arshavin.
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Pudo marcar el ruso a los 27 minutos, pero disparó blando, y a los 36 Wojciech Szczesny dejó la parada de la noche. Se ganó la ovación de sus seguidores con una atajada repleta de reflejos al potente derechazo desde la frontal de John Carew.
Reservó fuerzas el Arsenal en la segunda mitad, accidentada por la lesión de tobillo de Walcott que abandonó el campo en camilla tras sufrir una entrada. Y acabó sufriendo ante un lanzamiento de falta de Jermaine Pennant que pudo significar el empate.
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