El Tour de Francia entró este lunes en territorio francés, tras las dos primeras etapas íntegramente disputadas en el País Vasco españoly con ello despertó la preocupación sobre la posible incidencia que puedan tener los disturbios de los últimos días en el país.
La muerte del joven Nahel, abatido por un policía el pasado martes, provocó una ola de altercados protagonizados por jóvenes de la periferia de varias ciudades, que comenzó en París y se ha trasladado a otras grandes metrópolis durante seis noches consecutivas.
Las dos últimas noches han sido algo más tranquilas, aunque el futuro del movimiento es imprevisible y las autoridades francesas siguen haciendo importantes despliegues de fuerzas del orden.
Por el momento, los organizadores de la prueba se muestran confiados mientras las autoridades no barajan la hipótesis de la suspensión. Tampoco se ha modificado el dispositivo de seguridad que rodea tanto la carrera como la caravana, que ya de por si es muy nutrido.
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El Tour avanza con la misma incertidumbre con la que el país se acuesta cada día sin saber si se vivirá una nueva noche de disturbios, que el Gobierno considera que "no es una revuelta de barrios deprimidos", sino la acción de grupos de delincuentes.
En los últimos días, el Ministerio del Interior está desplegando hasta a 45.000 agentes para garantizar la seguridad en el país, un dispositivo importante que muestra la preocupación con la que las autoridades afrontan el asunto.
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El Tour mantiene sus planes sin cambios
El Tour no va, por ahora a modificar sus planes y la burbuja de seguridad será similar, con 28.000 agentes, pagados durante esos días por la organización, a lo largo de toda la carrera.
Además de garantizar las medidas necesarias durante el recorrido de los ciclistas, también tienen bajo su cargo la seguridad de los hoteles donde pernoctan los equipos, uno de los puntos que más preocupación generan.
La caravana del Tour arrastra a unas 4.500 personas que, cada noche, llenan los hoteles de la zona en la que termina la etapa, lo que supone muchos puntos por vigilar.
A ellos se suman el personal propio de los organizadores del Tour, que contrata a cientos trabajadores de la seguridad privada, para completar el dispositivo.
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Por ahora, no está previsto incrementar las unidades de vigilancia, para no poner más tensión en los efectivos de los cuerpos de seguridad, ya muy solicitados por la situación actual.
La caravana se asienta en un primer momento en Bayona, donde en los últimos días no se han producido disturbios.
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Etapas potencialmente delicadas en Pau y Burdeos
Las cosas pueden complicarse más el próximo miércoles, cuando el Tour llega a Pau, ciudad que sí ha registrado enfrentamientos entre radicales y las fuerzas del orden, pero sobre todo el viernes, con llegada a Burdeos, uno de los puntos que más tensión ha generado.
La preocupación es más patente entre los directores que entre los ciclistas que, como aseguró el líder de la general, el británico Adam Yates, están en una burbuja y apenas escuchan lo que sucede en el exterior.
Esa es también la labor de los equipos, aislar a los corredores de cualquier motivo de preocupación para que tengan los cincos sentidos en el asfalto.
El Tour no ha estado al margen de los movimientos sociales de Francia, aunque su incidencia no ha sido demasiado grande. El año pasado tuvo un par de parones por protestas de grupos ecologistas.
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"La situación es complicada. El país está a flor de piel y una chispa, que ha sido esta desgraciada muerte, ha incendiado el país. Espero que el Tour, que es cada año un momento de unidad nacional, pueda contribuir a calmar las cosas. Tengo confianza en que pueda desarrollarse con normalidad", aseguró en una entrevista con EFE el presidente de la Unión Ciclista Internacional, David Lappartient.
Pocos días después de haber sido elegido al frente del Comité Nacional Olímpico y Deportivo Francés (CNOSF), Lappartient se esforzó en insistir en el mensaje de que "el deporte une" y el Tour puede hacerlo en este momento tan delicado para el país.
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Por eso, expresó su confianza en la continuidad de la carrera pese a esa amenaza.
"El Tour sólo paró con las guerras mundiales. Incluso el de 1998, con todos los escándalos de dopaje, pudo terminarse. Y durante la pandemia también se corrió en 2020. El Tour ha superado muchos desafíos y estoy convencido de que superará también este", dijo.
"Pero las amenazas -admitió- son reales. Los organizadores siguen la situación con el Ministerio a cada minuto. Por el momento no hay una preocupación de que pueda suspenderse el Tour".